Desde que Ricardo Gareca asumió como entrenador de la selección de Perú, su amigo hermano Oscar Ruggerise negó a viajar a Lima para visitarlo. En realidad, una vez sí lo hizo, pero eligió un atajo, convencido de que ese modo esquivaría el mayor de sus temores: “Si voy a ver un partido de su equipo y pierden, me van a acusar de mufa, de llevarle mala suerte. Y si hay alguien a quien quiero que le vaya siempre bien es a él”, confesó.
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