Por: José 'Huachano' Lara
Thalía Mallqui es el ejemplo perfecto de una mujer de estos tiempos. Estudia, practica un deporte de alta competencia, es madre de un niño pequeño, está casada y no deja de pelear día a día. A sus 32 años, ganó la medalla de bronce en lucha estilo libre, en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, y ahora sueña con llegar a las Olimpiadas de Tokio 2020, mientras sigue disfrutando de su vida a pleno. Una verdadera luchadora.
¿A qué edad te iniciaste en el deporte de la lucha?
A los 17 años, un poco tarde, ja, ja, ja. Ahora los nuevos valores empiezan desde los 6 años. Ahora es más conocida la lucha, al menos en Lima.
¿Cómo así te decidiste?
No sabía de qué se trataba el deporte. Recién había terminado el colegio y mi mamá no quería que me quede sin hacer nada, por eso fue a buscar un deporte que no cueste dinero. Encontró que enseñaban gratis halterofilia (levantamiento de pesas) y lucha. Con mi hermana Janet nos decidimos por la última.
Pero también te dedicaste a los estudios...
Estoy cursando el décimo ciclo de Ingeniería Química, en la Universidad del Callao.
¿Te da tiempo para todo?
Al deporte le dedico unas 4 horas al día en los entrenamientos, en dos turnos. Luego voy a la universidad y también atiendo a mi familia, ya que soy madre y esposa. Tengo un hijo, Oziel, que ya cursa el quinto grado de primaria.
¿Cómo haces para hacer tantas cosas a la vez?
Es cuestión de organizarse, de planificar y también juego con los horarios. Sin duda que es muy cansador, pero muy gratificante. Estudio, soy madre y esposa y tengo una medalla.
¿A qué se dedica tu esposo?
También es luchador. Abel Herrera participó en los Panamericanos y quedó en el quinto puesto. Lo conocí en este deporte y estoy muy feliz, tengo una linda familia.
¿Qué hobby tienes?
Me gusta cantar, pero en mi casa, leer una novela o ver series coreanas en Netflix.
¿De qué lesiones se sufre más en la lucha?
De las articulaciones, de la rodilla, la muñeca, los codos, el hombro. Es parte del deporte de alto rendimiento. Pero para eso debemos tener a los terapeutas, a los doctores para tener una pronta recuperación.
¿Tu participación en Los Panamericanos estuvo en riesgo por una lesión?
Sí, en agosto del año pasado me operaron del hombro y hablando con los doctores y realizando un trabajo coordinado se logró mi recuperación, se hizo posible que pueda llegar bien a la competencia.
¿Te atrae otra disciplina deportiva?
Me gusta el fútbol, lo he practicado en el colegio y en el barrio. Es más, cuando juega la selección soy una hincha más, me vuelvo loca alentando y gritando.
¿En el colegio qué tal alumna eras?
Era la que tenía la más alta nota en Educación Física. También en números me iba bien. Me acuerdo que mis amigas me pedían prestado mi cuaderno para copiarse las tareas.
¿Ha sido necesario utilizar tu fuerza física en la calle para defenderte de algún incidente?
No ha sido necesario. La verdad es que me da miedo, ahora te asaltan con arma, así que no es recomendable hacerse los valientes. Y si por algún motivo se presenta algún incidente, no utilizaría ni mi fuerza ni mi técnica.
¿Por qué?
Soy una mujer muy pacífica, seguro que si me gritan en la calle me pongo a llorar, soy muy sensible.
¿Tanto así?
Cuando me peleaba con mi hermana Janet, al toque me ponía a llorar.
¿Entonces, sobre el tapiz te transformas?
Lo normal, hago lo que mejor puedo. Pongo en práctica todo lo que entreno.
¿Cuál es tu objetivo ahora?
Buscar la clasificación para las Olimpiadas de Tokio. El otro año, en marzo, serán los Panamericanos de Lucha en Canadá. Ya me estoy preparando para lograrlo.
¿A quién le dedicaste la medalla?
A mi familia, a mi hijo Oziel, a mi esposo Abel. Ellos me apoyaron mucho, he sacrificado un montón de tiempo al estar alejados de ellos, por los entrenamientos.
¿Qué harás con los premios?
Estamos esperando. El otro día mi hijo me comenta: ‘Mamá, en el colegio estaban pidiendo una colecta y me dijeron que yo debía poner el doble porque tu mamá se ha ganado 30 mil soles’, ja, ja.
¿La gente reconoce tu esfuerzo?
Es muy reconfortante la buena vibra de la gente. En el momento que me reconocen, me piden fotos, autógrafos. Tener ese apoyo y reconocimiento es una motivación más para seguir trabajando.
¿Lo más curioso que te haya pasado?
Mi cuñada vino desde Andahuaylas con sus tres hijitos, hicieron los preparativos, se juntaron para alentarnos en el coliseo. Y luego nos hizo una sorpresa cuando nos dieron una linda bienvenida en mi casa. Fue muy hermoso.
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