Keisuke Honda nunca olvidará la primera vez su padre le habló de Edson Arantes do Nascimento. Con ayuda de una videocasetera y un televisor viejo, el jugador japonés pudo ver a O Rei en acción.
En un texto para The Players' Tribune, el todavía jugador de los Tuzos del Pachuca recordó lo que significó para él ver a Pelé y escuchar sobre la leyenda brasileña de la voz de su padre.
"Él no solo juega porque es divertido, él juega porque sabe que si tiene éxito, entonces podrá sobrevivir y cuidar a su familia", le dijo su papá a Honda cuando el hoy futbolista profesional tenía seis años.
"Mi padre sabía esto porque había leído sobre Pelé. Yo empecé a leer sobre él también y me inspiró mucho. No éramos tan pobres como él fue, pero no teníamos mucho. Empecé a ver el futbol de otra manera. Se convirtió en algo más que un juego, se convirtió en una salida", narró el nipón.
Mientras crecía y soñaba no solo con jugar, sino ganar la Copa Mundial, el divorcio de sus padres marcó al joven Honda, pues lo orilló a vivir con sus abuelos. En esa época, su abuela materna, exigente como pocas, fue una gran influencia para Keisuke, quien prefería jugar futbol que llegar puntual a clases en la escuela.
"Sé que esto sonará alarmante, pero muchas veces terminaba con la cabeza ensangrentada cuando ella me disciplinaba. Era solo una forma de vida diferente. La estructura de los valores, las metas y las expresiones en Japón son imposibles de traducir a otras culturas. Puedo no estar de acuerdo con la forma en que ella me trataba, pero yo quise a mi abuela con todo mi corazón. Mis amigos también, ella era una leyenda en mi vecindario".
Una vez que Honda se enfiló en su carrera como futbolista profesional y dio el salto a Europa con el VVV-Venlo, le nació la inquietud de hacer algo para ayudar a los niños a superar la pobreza y cumplir sus sueños como él pudo lograrlo.
"Mi perspectiva de la vida también cambió en Europa. Viajar a más de 50 países me abrió los ojos al mundo. Pude conocer a mis compañeros más allá de la cancha y, conforme nos hicimos más cercanos, me di cuenta que muchos de ellos habían crecido en la pobreza también, en Europa y África. Supe que muchos jugadores mandaban una porción grande de su sueldo a casa para sus familias. No podía creer el altruismo".
Honda inició su labor altruista a través de la Fundación Yume, que eventualmente se convirtió en el grupo Soltilo and Surf Cup Sports, que actualmente beneficia a 15 mil niños a nivel mundial con 70 programas diferentes.
"Vale la pena recordar, siempre, que esto es un juego, que este es un deporte que jugamos porque lo amamos. Nos pueda dar mucho. Cada niño se merece la oportunidad de llegar aquí, de jugar aquí", relató Honda, quien participa en su tercera Copa del Mundo con Japón.