Nick Foles puede ser el jugador más afortunado de este Super Bowl, al principio del año ni siquiera estaba seguro de que se mantendría en la plantilla del campeón de la NFC, y aquí está, listo para ser el titular en el Super Bowl.
Pero por más que el quarterback ha dejado claro que es una experiencia que lo hace sentir humilde, no se compara con lo que ha tenido que pasar fuera del campo de juego.
En 2013, su entonces novia fue diagnosticada con una condición cardiaca llamada Síndrome de taquicardia ortostática postural, que puso en riesgo su vida y la posibilidad de ser padres en el futuro.
Foles y la voleibolista Tori Moore se conocieron en Tucson, cuando ambos representaban a Arizona,
"Pasamos un mes en el hospital, nos comprometimos ahí, nos casamos dos meses después en el registro civil, porque sabíamos que venía algo difícil", explicó durante la sesión de prensa del martes.
Cuatro años más tarde, Moore dio a luz a su primera hija. Al hablar de ella el jugador de Filadelfia no pudo contener las lágrimas: "Puedo verla, puedo ver a mi esposa y la veo a ella y a mi esposa en ella. En su rostro, en sus gestos. De eso se trata. Sé que cada vez que me paro en el campo cada cosa que hago será algo que ella verá cuando quiere saber quién era su papá, y lo que hacía. Te da una motivación extra, cuando estás cansado, haces las cosas bien, porque quiero que ella esté orgullosa de mí".
La lesión de Carson Wentz en el último mes de la temporada regular lo sacó de la banca, para darle una nueva oportunidad con la ofensiva de las Águilas, a las que comandará el domingo con la certeza de tenerlas cerca en el partido más importante de su carrera.
"A veces hasta te quita la presión, puedo ir a casa con ella todas las noches, porque no importa que tenga un partido terrible, ella me ama, no tendrá idea. Tampoco si ganamos el Super Bowl, me va a querer pase lo que pase y obviamente queremos ganar el partido, para eso estamos aquí, pero tenerla a ella y a mi esposa aquí es lo mejor que me ha pasado", detalló conmovido.
Foles pide al público que recuerde que los jugadores de la NFL también son humanos y que su status no los aleja de las adversidades, "nosotros no tuvimos luna de miel ni una ceremonia, pero ver su fuerza y determinación, sigue mejorando pero sigue lidiando con ello. A mí me ha impactado y me da fortaleza para criar a nuestra hija juntos y si somos afortunados volveremos a ser papás".
Si no tiene contratiempos el pasador arrancará su sexto partido del año con Filadelfia en el Super Bowl LII.