Cuando en Argentina se alcanzaba el mediodía, Federico Grabich logró en la tarde de Kazán la primera medalla en la historia de los Mundiales de piscina olímpica para su país. No cabía en sí el joven de 25 años que se entrena en Casilda (Santa Fe), que desafió a los gigantes de la natación mundial en la prueba reina, los 100 libre, y se colgó un histórico bronce acercándose a su mejor marca personal (48.12). “No vine con las mejores expectativas. Hace poco que bajé de 49 segundos y ya he nadado dos veces en 48.10. Así que voy con optimismo para Río, me da confianza”.
Grabich salió fuerte, por debajo incluso de lo que le había establecido su entrenadora Mónica Gerardi. El ímpetu estuvo a punto de pasarle factura al final de la prueba, pero logró mantener el ritmo y únicamente fue superado por el chino Zetao Ning (47.84) y el australiano Cameron Mcevoy (47.95). Luego, se coló él. “Le dije a mi entrenadora que lo único que no quería era no quedar cuarto. Quería medalla, aunque me costó porque pagué un poco el esfuerzo al final”, comentó.
La historia de Grabich es atípica en la natación mundial, tanto o más que un argentino saque chapa en una prueba que, hasta Kazán, siempre ha tenido dominadores estadounidense, rusos, australianos, franceses o italianos. La velocidad siempre ha llevado ese sello, pero ahora otros países han formado especialistas, como China, que emerge con fuerza a un año de los Juegos. No es el caso del argentino, que se lo ha ganado desde pequeño.
Cuando tenía 10, comenzó a nadar en el Club Alumni de Casilda (Santa Fe). 15 años después mantiene la misma entrenadora y las mismas infraestructuras precarias. “La piscina es de 25 metros, estamos allí a 34 grados y el agua es turbia. Deberían verlo, la verdad, es increíble”. Cuando Grabich comenzó a destacar en distancias cortas intentó aprender más de la técnica de este deporte. Para ello, después de los Juegos de Londres, pidió asesoramiento a Bill Sweetenham, gurú de la natación, y posteriormente recaló un año en el CN Sabadell para entrenarse con Mireia Belmonte, a las órdenes de Fred Vergnoux.
“Me gusta mucho levantar el nivel de mi país y ojalá con esto venga una buena camada. Ojalá que muchos nadadores lo puedan lograr. He sido portada, esto es una locura para Argentina. No me quería quedar con eso”, reflexionó el nadador, que todavía no salía de su asombro. Ayer escribió una gran página en la historia de la natación argentina.
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