Con atributos simbólicos como el valor, el poder, la dignidad, la autoridad, la grandeza, la justicia, la sabiduría, la ferocidad, el liderazgo, la fuerza y el honor, reconocidos incluso en culturas donde no existen leones en estado natural, como la Griega o la Romana, en la postura del León es la actitud interior la que le da sentido a la forma externa del cuerpo.
Simhasana, cuya etimología proviene de la palabra simha, que significa león, está dedicada a Narasimha la encarnación del dios Vishnú hinduista como Hombre León, destructor del rey demonio Hiranya Kasipu. La postura trabaja principalmente con los músculos y órganos de cuello, cara y la parte alta de la espalda, por eso ayuda a liberar todo eso que a veces se quisiera expresar sin lograrlo, y que se queda atorado energéticamente en estas zonas del cuerpo.
Eso sin olvidar que los seres humanos son en realidad animales sí con un primer nivel de conciencia, pero que tienen que lidiar con el impulso reactivo, feroz y agresivo que llevan dentro y que muchas veces es contenido y bloqueado en el pecho, los hombros, los brazos, las manos, la cara y la mandíbula. La práctica de esta asana, por un lado, permite expresar la agresividad a nivel físico, de hecho es la única postura que involucra un sonido, pero por otro utiliza esa naturaleza salvaje poniéndola al servicio y transformándola en la naturaleza profunda y suprema del Ser, esa que nos permite discernir entre lo verdadero y lo falso.
La postura del León invita entonces a liberar toda la agresividad contenida y, sobre todo, a ser fi eles a nosotros mismos y a nuestra verdad cualquiera que ésta sea, por eso se dice que su práctica cultiva Satya, que en sánscrito significa verdad o correcto.
Satya es uno de los cinco yamas o principios éticos del yoga y se refiere a la restricción virtuosa de la falsedad y la distorsión de la realidad en las expresiones y acciones. De igual manera, el tratado yóguico Gherandha Samhita relata que “simhasana fue a menudo elogiada por los yoguis iluminados, ya que ayuda en la práctica de las tres contracciones musculares o candados fundamentales en el yoga: —Mula Bandha, Jalandara Bandha y Uddiyana Bandha—, y garantiza la aparición y el fortalecimiento de la capacidades paranormales o siddhis”.
Como explica la página especializada sivasakti.com, esta asana tiene como efecto fundamental la destrucción del Ego: “aniquila la vanidad, despertando gradualmente el amor puro y la devoción. Si el practicante persevera, encontrará equilibrio físico, psíquico y espiritual, ganando al mismo tiempo fuerza, fuerza interior, confianza en sí mismo y sentido del deber.
Desde un punto de vista sutil, la práctica de esta asana genera fidelidad, devoción y humildad en el practicante”