Eran finales del 2013, cuando se supo que la directiva que Alberto García Aspe encabezaba, había contratado a un entonces desconocido delantero argentino de nombre Ismael Sosa, que provenía del futbol chileno –Universidad Católica–; entonces, la afición auriazul, que acumulaba varios desencuentros futbolísticos con Pumas, dudó de la capacidad del anónimo atacante. Existían razones de sobra para pensar que el idilio entre ambas partes sería efímero, nulo.
Se presentó ante su público, en Ciudad Universitaria, frente al Puebla, ingresando de cambio y disputando solo 14 minutos. Era un domingo. Terminó bañado en sudor y pasó desapercibido. Un par de toques de balón y nada más. Fue el 5 de enero de 2014. Aquel primer semestre terminaría como relevo de lujo de José Luis Trejo, pero sin convencer por completo al técnico y a una afición que no terminaba por ubicar sus cualidades dentro de la cancha. Sumó dos anotaciones y 718 minutos.
Después, todo sería diferente para El Chuco, apodado así en su barrio, San Martín, en Argentina (18 de enero de 1987). Con la llegada de Memo Vázquez al timón de Universidad, Sosa cobraría relevancia, se convertiría en referente, adquiriría adeptos en cuanto a sus bonos con la afición, gracias a su velocidad, desequilibrio y goles. Fungiría como solución en cuanto a ofensiva y sería respetado por propios y enemigos.
Su mejor versión la exhibiría en el Apertura 2015, cuando, junto a Fidel Martínez, Eduardo Herrera y Matías Britos, apodados los Cuatro Fantásticos, llevarían a Pumas hasta la final del torneo, instancia en la que perdieron precisamente ante Tigres. Aquel semestre completó 23 encuentros, sumó once anotaciones y ligó siete asistencias. Por entonces, hablar de Ismael Sosa en el Pedregal, era hacerlo de un ídolo para su hinchada, de un referente para la plantilla.
Llegó el 2016 y con ello nuevos retos. Sosa volvió a demostrar en el campo sus recursos y guío a Universidad Nacional hasta Cuartos de Final, donde el sorprendente Independiente del Valle les dejó fuera de la justa.
De nueva cuenta, Ismael se hizo presente con goles; sumó ocho, dos el día de la eliminación del equipo y hasta falló un penal la noche del 24 de mayo de este año, en el Olímpico de CU. Terminaba el sueño y también su ciclo como felino.
El cambio de presidente en el Patronato del equipo modificaría también el rumbo con el que giraban las cosas en Pumas. La llegada de Rodrigo Ares de Parga significó la salida de Ismael Sosa y una novela que duró un par de semanas. El club necesitaba capitalizarse y no tenía mejor manera de hacerlo que con la venta de su mejor futbolista. Ismael fue comprado por Tigres por varios millones de dólares, pero en el proceso, el argentino manifestó sus deseos por quedarse en la institución que le abrió las puertas de la Liga Mx. Surgieron distintas versiones.
Se decía que Pumas le debía dinero, de igual forma, que no le convencía el proyecto deportivo de Tigres y al final, fue el propio Sosa el que, con una carta publicada en sus redes sociales se despidió la afición universitaria: “Los llevaré siempre en mi corazón; me han regalado dos años y medio impresionantes. Los voy a extrañar”, citaba el atacante. Los del Pedregal veían partir un jugador que convenció con futbol, y las recriminaciones a la directiva no se hicieron esperar.
Palencia y su discurso de recuperar La Cantera, así como la consolidación del joven Jesús Gallardo y un paso engañoso en este certamen, entre victorias en casa y derrumbes lejos de CU, han minimizado la despedida polémica de Sosa, pero ahora, su nombre vuelve a sonar con fuerza en el círculo de Pumas; Tigres visita este domingo el estadio Olímpico, con el argentino como principal antagonista.
Ismael Sosa será abucheado, quizás habrá aplausos aislados que reconozcan lo que dio a Pumas, pero serán los menos. Le recriminarán que haya partido, haya querido o no; posiblemente el recibimiento hostil no sea justo, pero lo tomará con profesionalismo, el mismo que brindó con la camiseta de Universidad.
Por su cuenta, Ismael intentará marcar gol, consciente de que la mejor manera de demostrar que no duele encontrarse a un amor del pasado, es tratando de de dar muestra que todo se ha superado. Vuelve a la que fue su casa, donde todo es muy distinto.
En cuanto a lo colectivo, Universidad podría conseguir su séptima victoria consecutiva, la racha más amplia en los torneos cortos, en cuanto a triunfos en casa; los tres puntos le darían a Universidad Nacional 23 puntos y mantendrían sus posibilidades de Liguilla; Tigres, aguarda por el botín para llegar a 26 unidades y así mantenerse en los primeros planos del torneo.