Uno de los estereotipos más famosos respecto al ajedrez, es que sus jugadores son más inteligentes que el término medio. George Steiner en su artículo 'Muerte de Reyes' lo describe así: “Derrotar a otro ser humano en el ajedrez es humillarlo en las raíces mismas de su inteligencia; vencerlo con facilidad es dejarlo extremamente desnudo”.
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Sin embargo, un estudio realizado por la Universidad de Oxford y de Brunel, desmiente esta teoría. La investigación llevada a cabo con 57 jóvenes jugadores revela que la afinidad entre la habilidad para jugar ajedrez y la inteligencia no son, en todos los casos, factores asociados.
Los investigadores aseguran que las personas más inteligentes usualmente dedican menos tiempo a la práctica del juego. Como muchas veces ocurre en las artes, la práctica hace al maestro. La experiencia aventaja al talento.
Según publica el sitio web Ajedrez escolar, esto se debe a que el conocimiento interno de la partida no necesariamente es transferible al exterior de la partida.
El lado oscuro del ajedrez
Lo que no está en duda es que el ajedrez tiene un efecto hechizante, especialmente para las personalidades competitivas; entre ellas Bobby Fischer, uno de los personajes más enigmáticos perteneciente al mundo ajedrecístico quien describe a la práctica como 'una guerra', en la cual el objetivo es aplastar la mente del oponente.
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El ajedrez no es un medidor de inteligencia y el jugar tampoco nos hará más inteligentes.
La obsesvidad parece ser otro de los estereotipos que acompaña a este juego, pero que se ve mucho más probado que la anterior teoría, dado que en este deporte pareciera que la obsesión fuera un requisito a la hora de triunfar.
Generalmente los ajedrecistas más obsesivos son los grandes jugadores. Prueba de ello son los competidores: Bobby Fischer, Garri Kaspárov, Boris Spassky, Víktor Korchnói conocidos por realizar largas jornadas de estudio y práctica para perfeccionar sus técnicas.
En definitiva, el ajedrez no es un medidor de inteligencia y el jugar tampoco nos hará más inteligentes. Para triunfar en este campo de juego son fundamentales la práctica y el estudio constante de estrategias, de situaciones y del oponente, lo que va de la mano en muchos casos de características como la ambición y la obsesión y la agilidad mental.(E)