Exactamente media hora antes de cada competición, Arnd Peiffer se come un platano. Es un ritual que repite al menos desde 2013 y por fin le ha dado al alemán, de 30 años su gran resultado: es campeón olímpico de biatlón en la distancia sprint. El teutón, aspirante a policía, firmó en el Centro Alpensia de Pyeongchang los 10 kilómetros en 23:38 gracias a sus dos rondas limpias de fallos con la carabina. De ahí al oro para Peiffer, que ya había sido plata por equipos en Sochi. Esta es su primera medalla individual.
Su felicidad contrastaba con la del favorito Martin Fourcade. El de Perpignan sigue con su maldición con la distancia sprint en los Juegos (nunca ganó medalla) y tres errores en la primera ronda de tiro le dejaron fuera de combate. Tres vueltas de penalización, que por mucha velocidad que tengas esquiando son irremontables. Terminó fuera del podio, contrariado, pero octavo. Mejor puesto para la persecución. La plata se la llevó el checo Krcmar y el bronce para el italiano Dominik Windisch. El mejor noruego fue Erlen Bjoentegaard, quinto y el país escandinavo se quedó sin medalla en esta distancia sprint por primera vez desde 1994. Ahora es cuando se añora Bjoerndalen.
Alemania ha encontrado su fortín en el biatlón, porque el sábado, en la primera jornada, Laura Dahlmeier también cazó la medalla de oro. Dos de dos para los teutones, que celebraban con pasión sus éxitos. Ahora toca la persecución, turno para la redención de Fourcade y de la bielorrusa Domracheva.