A Nacho Barberá le llamaban Cholito. Era tal su pasión por el Atlético que la llevaba en el nombre. Esos colores que llenaban su álbum de fotos familiar, tantos viajes. Capitán del equipo cadete del Alzira, Nacho falleció la semana pasada, de muerte súbita, mientras disputada un partido en Ontinent. Una pérdida terrible. Una pérdida inexplicable.
El pasado lunes, antes del sepelio el martes, su club pedía en Twitter que se le hiciera al día siguiente un homenaje, en el tanatorio. Y descubría que en realidad Nacho no era Nacho sino Cholito.
El Atlético de Madrid envió una corona pero no sería éste el único acto de homenaje para Nacho. El otro llena una de las perchas del vestuario visitante de La Rosaleda, allí donde esta tarde (16:15) va a jugar el Atlético de Madrid ante el Málaga. En los nombres troquelados a la espalda de las camisetas puede leerse Gabi, Saúl, Torres, Koke o Cholo, Cholo Barberá. Es el homenaje del club rojiblanco a uno de los suyos, a ese Cholito que siempre, siempre, siempre, estará en sus corazones (ese era el texto, de hecho, Cholito, siempre estarás en nuestros corazones) y animando, seguro, desde el tercer anfiteatro.
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