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Incontables medallas de distintos colores adornan su habitación. Logros estampados en cuadros también cuelgan sobre sus paredes. Trofeos brillantes también se perciben al fondo. Y la bandera rojiblanca del Perú resulta inevitable. En medio de ese ambiente triunfal y patriótico, resalta la imagen de ‘Baby Yoda’ en un póster, que refleja nada menos que la juventud de Alexia Sotomayor, la ‘joya’ de la natación peruana que avizora un futuro olímpico.
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Los gorros de silicona, con los que normalmente se le ve en las piscinas, no aparecen en esta entrevista. Frente a la cámara, Alexia luce su cabellera castaña con ondas palpables, pocas veces vista. Lleva puesto un polo blanco que advierte que “Nada es imposible”, aunque escrita en inglés. Y así, en su estado más natural, nos recibe de manera virtual.
Desde el comienzo de su aventura hasta sus sueños más importantes en la natación: todo reunido en una conversación de más de 30 minutos. El agua de la piscina es parte de su vida desde que era bebé y lo seguirá siendo hasta el final de sus días. El camino ya es largo, pero aún falta mucho por recorrer.
–¿Cómo se inició tu aventura en la natación?
Mi carrera se inició por un motivo, primero, por seguridad, una decisión de mis padres. A los seis meses de edad tuve una primera clase con mi mamá como bebé. Era importante que yo aprenda a nadar, porque uno cuando va al mar o a la piscina, tiene que saber nadar para estar a salvo. Vieron que yo disfrutaba mucho al estar en el agua y más adelante hubo la opción de entrar a un equipo para aprender a nadar de manera competitiva. Desde los cinco años entré a un equipo para empezar a competir en regionales, nacionales, interclubes y ese tipo de competencias. Y ya a los 12 años ingresé a la selección nacional.
–¿Cuál consideras que es tu especialidad en este deporte?
Si hablamos específicamente de especialidades, mi mejor estilo es espalda. Coincidencia fue que mi mamá también fue espaldista cuando ella fue nadadora. Mi hermano menor también nada en estilo espalda. También me gustan las pruebas de libre y algunas mariposas
–¿Has tenido alguna dificultad en tu camino exitoso?
Hasta hace un par de años yo tenía un tema por la edad. Yo a los 12 u 11 años ya estaba con marcas para poder clasificar a algunos campeonatos, para representar internacionalmente, pero las reglas de las propias competencias son las que no me permitían competir. Incluso en los selectivos acá, cuando era más pequeña, a pesar de que cumplía con las marcas para poder ir, mi edad todavía no me lo permitía.
–¿Siempre has contado con el apoyo económico necesario para continuar tu aventura en la natación?
Yo siempre he tenido el apoyo de mis padres y, por una parte, del IPD. Mis padres son los que mayormente han financiado una gran parte de lo que ha sido mi carrera. Hace un tiempo también estoy con el apoyo del PAD. Además, la Federación o el Comité que organiza las competencias son quienes nos dan las facilidades para viajar. Fuera de eso, es necesario los sponsors, como Adidas, que son quienes principalmente me ayudan en mi desarrollo ahora.
–¿Qué cosas has tenido que sacrificar hasta el momento?
No lo considero como sacrificio, porque la natación es algo que me gusta. Pero cuando estábamos en el colegio y mis amigas me decían para ir al cine un viernes en la tarde, o salir a comer, yo muchas veces tenía que decir que no, porque coincidía con mi rutina de entrenamiento… Posiblemente, el ámbito social se ve afectado, pero hay cierto balance.
–¿Cuál fue tu primera experiencia internacional? ¿Cómo te sentiste?
Si hablamos con la selección nacional, yo tuve mi primera selección en el Campeonato Sudamericano Juvenil de 2019, que fue en Chile. Con 12 años, creo que fui la más pequeña de la selección. Yo estaba yendo a un campeonato juvenil siendo infantil B, que es una categoría menor a la que estaba dentro del campeonato, pero la edad me permitía competir según las reglas. Esa vez fui pensando mucho en querer ir a disfrutarlo, aprender cosas, conocer gente. Era un poco investigar y aprender cómo hacían las cosas los que eran mayores que yo, porque eran un ejemplo a seguir. En ese momento, yo me acuerdo que gané seis medallas, que fueron dos de oro en las pruebas de espalda. Estaba muy orgullosa y feliz de representar al país y dejarlo en lo más alto en mi primera selección.
–En Lima 2019 fuiste la menor de toda la delegación peruana que compitió en los Juegos ¿Qué representó para ti y tu carrera un evento de tal magnitud como ese?
Esa fue una de las competencias que, en mi caso, pude aprender mucho más. A diferencia del sudamericano juvenil, fui a un Panamericano que es ‘Open’ (absoluto), en el que no hay límite de edad. Yo podía estar compitiendo con 13 años y, al costado mío, podían haber chicas que estaban cumpliendo sus 30 años o 28 años, que era prácticamente duplicarme la edad. En ese momento yo también pude encontrarme con los que yo llamaba “mis ídolos”, que quería llegar a conocer en algún momento. Era gente que vi en un Campeonato Mundial, en Olimpiadas, incluso medallistas, y ‘wow’ ya estaba compitiendo en una competencia del mismo nivel.
–Con solo 15 años, estás haciendo historia en la natación peruana. ¿Cuál es la clave de tus logros?
Me siento muy orgullosa de que se me den esas oportunidades de representar al país. Es algo que siempre he soñado. Y yo creo que se ven, detrás de la medallas y detrás de los resultados, todo el esfuerzo y los sacrificios que se dan. Es mucho lo que uno puede dejar atrás cuando va creciendo.
Es mucha perseverancia, esfuerzo, concentración y organización. Es parte de lo que uno va aprendiendo con el tiempo y es una de las claves que me deja el deporte. Con el tiempo te vas dando cuenta que cada acción que cometes, te enseña cosas... pequeñas experiencias e incluso errores, te ayudan a mejorar más.
–¿Qué tanto te afectó la pandemia? ¿Cómo lidiaste con el deporte en medio de la virtualidad?
Tuve la suerte de poder seguir nadando. A pesar de que era una piscina muy pequeña, tuve la oportunidad de nadar en mi casa con un programa de gimnasio en casa y un poco de los implementos que yo tenía. Justo la virtualidad del colegio también me ayudó mucho, porque ahorraba ese tiempo en moverme en el carro e ir al colegio, lo que convertí en un tiempo productivo. Ahora que ya regresamos a nadar y que seguimos un poco en la virtualidad, me puedo conectar a las clases en el teléfono después del entrenamiento. Es mucho más fácil, me ayuda a organizarme más. Así también en los trabajos grupales, que ya no son en casa de alguna amiga. Lo puedo seguir desde el celular. Yo creo que es mucho ver el lado positivo de las cosas y buscar la manera de superarlo.