El tenis ecuatoriano no solo se ha destacado en las canchas. También en el campo dirigencial han existido valiosos y distinguidos representantes, como es el caso de Nicolás Macchiavello Almeida, quien, por sus conocimientos y prestigio, ocupó la presidencia de la Federación Ecuatoriana de Tenis (FET) y en 1990 fue designado presidente de la Confederación Sudamericana del deporte blanco.
Macchiavello nació en Guayaquil,el 3 de agosto de 1939. Sus padres fueron don Atenor Macchiavello Muñoz y doña Victoria Almeida; sus estudios los realizó en los colegios San José La Salle, Vicente Rocafuerte y en la academia Juan Gómez Rendón. Estuvo casado con Susana Albers y procreó dos hijas: Claudia y Cinthia.
Socio del Guayaquil Tenis Club, su afición al tenis lo llevó a formar parte de la directiva de esa entidad e impulsó su escuela de tenis. Su capacidad dirigencial y los conocimientos de administración deportiva le permitieron ser escogido para que dirija la FET desde 1984 hasta 1989 y ahí desarrolló una gran tarea, sobre todo impulsando el desarrollo del tenis juvenil, al que organizó y estructuró con normas y reglamentos. Macchiavello fue uno de los gestores para que a los campeonatos nacionales juveniles se incorporen otras provincias del país.
En su periodo como presidente de la FET realizó cursos con conferencistas internacionales pues uno de sus objetivos era que el profesor de tenis tenga suficiente capacidad técnica y conocimientos pedagógicos. Por su gran destreza en la organización fue designado secretario de la Confederación Sudamericana de Tenis (COSAT) y también fue miembro de la Comisión Junior de la Federación Internacional de Tenis (FIT) y delegado permanente de la COSAT a los congresos anuales de la FIT.
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En la presidencia de Macchiavello nuestro país jugó en el Grupo Mundial de la Copa Davis e impulsó para que seamos aceptados como sede de torneos satélites y es así que al final de su periodo se iniciaron las etapas satélites compartidas con Colombia. Sus antecedentes y su importante experiencia permitieron que el 3 de agosto de 1990, Nicolás Macchiavello Almeida fuera elegido presidente de la Confederación Sudamericana de Tenis; la elección se realizó en Asunción.
La FET lo declaró asesor permanente, pero lamentablemente Nicolás Macchiavello falleció antes de terminar su presidencia de la COSAT. Su alejamiento terrenal truncó una carrera distinguida en la dirigencia del tenis mundial. Tuve la suerte de continuar la tarea que había iniciado Nicolás y de haber sido su amigo.
Nuestro tenis ha podido, a través de los años, tener dirigentes de alto nivel, como Nicolás Macchiavello y también Joaquín Orrantia González, Blas Uscocovich Luivisich y Danilo Carrera Drouet. Orrantia, enamorado del tenis, fue presidente del Guayaquil Tenis Club y también primer presidente de la Asociación Ecuatoriana de Tenis. Formó parte de esa época de oro que estaba dando frutos por el trabajo previo de Uscocovich , quien nació en Bahía de Caráquez. Fue gran promotor del tenis, presidente del Bahía Tenis y organizó partidos internacionales con la presencia de Pancho Segura contra el subcampeón mundial Frank Parker. Entre sus logros está la realización del campeonato Sudamericano de 1962 en Guayaquil; su gestión de mayor connotación fue insertar a Ecuador en la disputa de la Copa Davis, en 1961. Otro dirigente importante para nuestro tenis es, sin lugar a dudas, Carrera, quien ocupó en dos periodos diferentes la presidencia de la FET. La intimidad con este deporte lo llevó también a ser capitán del equipo Copa Davis en esa gesta legendaria en la que Ecuador derrotó a Estados Unidos en 1967.
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También me permito relatar en esta columna un evento que vale la pena recordar y que sucedió en el Sudamericano Juvenil de Buenos Aires en 1991, al que asistí por ejercer la presidencia de la FET.
Paralelamente al campeonato se realizó la asamblea anual de la COSAT, del 11 al 15 de agosto de 1991, los doblistas de Ecuador llegó a la final en la categoría 16 años. Nicolás Lapentti y Felipe Vivar habían sido contundentes en los partidos previos y les correspondía enfrentarse en la final a la pareja favorita: Sebastián Prieto y Gustavo Díaz, los anfitriones.
Recuerdo ese sábado cuando muy temprano en la mañana el capitán del equipo, el sueco Jan Carlson, me comentó que sentía a los chicos muy seguros y que tenía la corazonada de que íbamos a ganar el título en juego programado para las 11:00. De un momento a otro, Nicolás Macchiavello se me acercó y me dijo que los argentinos no se iban a presentar a la final de dobles porque alegaban que debían participar en las semifinales de singles y que por esa razón entregaban el título al Ecuador.
La primera impresión, tanto para Macchiavello como para mí, fue que era una descortesía y no íbamos a aceptar ningún título sin que se lo gane en la cancha. Es así que provocamos una reunión con Carlson, Nico y Felipe, quienes mantuvieron firmemente la posición de jugar y ser campeones en la cancha. Comunicamos a los organizadores la postura del equipo ecuatoriano y a los argentinos no les quedó más que enfrentarnos al otro día. Comparecieron ante el court central Nicolás Lapentti y Felipe Vivar y por Argentina Sebastián Prieto y Gustavo Díaz.
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El partido se inició con resultado desfavorable para nuestro equipo. Los argentinos ganaron los dos primeros sets y considerando que el triunfo era seguro, confiados entraron al tercer set que les daría el campeonato; y, la verdad, estuvieron cerca. Pero destacó el afán de lucha y pundonor que ponían en cada jugada los tricolores; todavía recuerdo el tono pausado, frío -de verdadero sueco- de Jan Carlson, experimentado en esas lides. Se lo reconocía como uno de los muchos formadores que trabajaron para conformar la temida banda sueca de los años 80, conformada por Ander Jarryd, Joakim Nystrom, Mats Wilander y antes Bjorn Borg.
Lapentti y Vivar ganaron en un dramático tercer set por 10-8. Esto sorprendió a los argentinos, que comenzaron a jugar con tensión, y el cuarto set también fue para los ecuatorianos por 7-6. En ese set la actuación en la net de Vivar permitió obtener puntos cruciales para empatar el partido. Y llegó el quinto set. Más aplomados los compatriotas no se descuidaron ante el buen accionar de la pareja argentina y la jugada crucial la realizó Nico, que con una volea rompió el servicio y con su servicio y ganó match. Los parciales fueron 2-6, 6-7, 10-8, 7-6, 7-5.
La alegría por conseguir el título sudamericano fue indescriptible. Fue una jornada épica. Se ganó en la cancha de arcilla y también fuera de ella. Los jóvenes tenistas argentinos y sus dirigentes reconocieron, caballerosamente, el gran triunfo de Ecuador.
Nos sentimos orgullosos de la victoria de estos jóvenes. El suceso, que tuvo alta valoración deportiva, fue conocido por el Comité Olímpico Internacional, el cual distinguió con sendos diplomas a la FET y a Lapentti y Vivar como ejemplos al mantener en alto el respeto al espíritu del juego limpio. (O)