Aunque no tenga las dimensiones del tenis ni haya que saltar para hacer un punto como en el vóley –se juega en un pequeño rectángulo de 13.4 x 6.1 metros; la net alcanza una altura de solo 1.55– el bádminton es, además de habilidad y estrategia, un deporte bastante físico. En ese sentido, no son pocos los partidos que se ganan a punta de perseverancia. Después de dejarlo todo en la cancha. Con garra.
En el Perú, a pocas semanas de los Juegos Panamericanos, tenemos la suerte de ser representados por alguien a quien le sobra lo que hay que poner: Daniela Macías Brandes , nuestra campeona nacional. Con 21 años, Dani ha complementado su técnica y su físico con inteligencia para ‘manejar partidos’ –sí, de la misma forma que en el fútbol– y garra para sacarlos adelante. En Lima 2019 necesitará de todos esos elementos, y lo que vivió en México, el año pasado, le será de gran ayuda.
A fines de setiembre, Daniela participó en el IX International Mexicano 2018, torneo disputado en el Gimnasio Olímpico de la Ciudad Deportiva de Aguascalientes, a poco más de 1 500 msnm. Aunque Macías se describe a sí misma como una jugadora con resistencia, la altura fue todo un desafío para ella. No por el físico, sino por complicaciones que debió superar con cabeza fría y mucha, mucha actitud.
"En la primera ronda me tocó una llave muy mala. Me enfrenté a una chica con quien jugué la final de singles de los Bolivarianos 2013 y 2017", cuenta Macías, en alusión a Nikté Sotomayor, una de las mejores jugadores de Guatemala. A pesar de que la peruana había ganado ambas definiciones previas, la altura de Aguascalientes jugaba a favor de la centroamericana y amenazaba con ser determinante.
Daniela Macías ganó la medalla de plata en el Benin International 2019. (Bádminton Perú)
"Como el bádminton se juega con una pluma de ganso –son 16 exactamente, pero en el argot deportivo se le dice ‘la pluma’–, en la altura es súper difícil controlarla. Necesitas mucha precisión. Aunque le des despacito, la pluma sale volando, ¡pero sale a mil por hora!", explica la también vigente campeona sudamericana. Este descontrol de la pluma no era favorable a sus características de juego.
"Yo soy más defensiva, tengo un montón de resistencia. Me encanta correr por toda la cancha. A otras personas les encanta atacar, como Nikté, entonces juegan mucho más rápido. Contra una jugadora así yo debo intentar alargar los puntos y cansarla porque ahí suele estar su debilidad. Pero en la altura había que jugar rápido. Yo no me sentía muy cómoda con eso, pero sabía que todo el torneo iba a ser así. Y para colmo la guatemalteca fue mi primer oponente, ella controlaba muchísimo", relata.
El primer set había quedado 21–19 a favor de Daniela y el segundo, 21–18 para Sotomayor. Todo se definiría en el tercer parcial, que comenzó muy mal para la peruana. La representante de Guatemala estaba imponiéndose por 11–4, una gran ventaja que prácticamente la daba como ganadora.
"No estaba controlando nada, estaba intentando varias formas para recuperarme pero no podía, fallaba un montón, así que tuve que buscar otras alternativas. Tomé una pausa y empecé a jugar con la parte mental", recuerda nuestra campeona nacional. Era necesario cortar inmediatamente la seguidilla de puntos de su rival. Y de un momento a otro, vio la luz: no había que correr más ni jugar mejor. Había que desconcentrarla.
Le pidió al árbitro que le deje tomar agua. Que le dé tiempo para amarrarse las zapatillas. Y aún más tiempo para limpiar el grip –la envoltura del mango– de su raqueta, porque estaba sudorosa. Incluso, se demoraba en los saques. Así cortó la racha de la guatemalteca. Ahora solo faltaba algo: concentrase para ganar. Así que para meterse al juego y terminar de ganarle la batalla mental a Nikté –quien, encima, protestaba las decisiones del juez–, cada punto que hacía lo gritaba con el alma.
Jugando así, Daniela alcanzó a su rival y al final la superó con un marcador de 21–17. Desde que puso en marcha su estrategia de desconcentración y afloró la garra para voltear el partido, la guatemalteca solo sumó seis puntos. Macías, en cambio, hizo 17 puntos fugaces y llegó hasta 21. Una verdadera hazaña.
La garra está en su ADN
En la siguiente fase venció a la mexicana Vanesa García por 21-9 y 21-11, logrando su clasificación a cuartos de final. En esa instancia chocaría con una conocida, la brasileña Fabiana da Silva. Ya se habían enfrentado en los Juegos Suramericanos de 2018, con victoria de Dani en el duelo por equipos pero derrota en singles. Esta era su gran oportunidad de revancha.
"Fabiana es una jugadora que tiene mi estilo. El tercer set lo iba perdiendo 18–13, y no sé qué me pasó que también volteé el partido. Recuerdo que empecé a jugar más tranquila, defendiendo con mucha concentración, pasando la pluma y dejando que ella tome la iniciativa. Y así no hizo ningún punto más y le gané 21–18”, rememora Daniela, emocionada. Por supuesto, se valió de algunas de las estrategias con las que derrotó a la guatemalteca, como gritar cada punto con todas sus fuerzas. Una vez más, el juego mental. La garra.
Ya en la ‘semis’ no pudo con la estadounidense Jennie Gai, pero se quedó con la medalla de bronce. "Fue un campeonato muy bueno para mí porque nunca había remontado partidos con tanta diferencia", sentencia Macías, una de nuestras cartas principales en Lima 2019. La idea es que su talento le alcance para que los partidos no se le complican tanto, pero de ser el caso, ya sabemos que siempre podemos confiar en la garra que Dani lleva en los genes.
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