El cuarto partido de Emanuel Ginóbili en la serie de playoffs frente a Golden State Warriors fue una obra de arte. Porque, con sus 16 puntos y 5 asistencias, empujó a San Antonio al triunfo (103-90) para poner el 1-3 en la llave, por la estética de sus conversiones, por el coraje para hacerse cargo de posesiones calientes, cundo el último campeón amenazaba con la remontada en el AT&T Center.
Y tamaña exhibición a los 40 años terminó por acaparar todo el cariño de los fanáticos de los Spurs. Incluso, el de los analistas.
Es que no sólo los aficionados le ponen carteles gigantes en las autopistas para que continúe una temporada más, no alcanza con la campaña #ManuForever en redes sociales, que hasta se hizo remera, que puede adquirirse on line por módicos 26 dólares. Hasta los periodistas que cubren el día a día de San Antonio se rindieron ante su creatividad y espíritu competitivo.
Tan es así que Dan Harris, columnista del sitio News 4 San Antonio, en un artículo con el título "La cabeza contra el corazón" lo posiciona como… posible mejor jugador de la historia de los Spurs.
A lo largo de la nota, Harris hace hincapié que, desde las estadísticas y la lógica, la máxima figura de los texanos es Tim Duncan. "Pero el corazón dice algo diferente". Y ahí hace el link con lo que genera Manu, lo intangible.
"Lo que Ginóbili hizo y está haciendo es algo especial en otro nivel. Ahí está él de nuevo, a los 40 años, retorciéndose en el dolor. Los fans vitoreando su nombre y él liderando al equipo para ganar. Provoca piel de gallina. Es por eso que amamos a Ginóbili", escribió.
"Es por eso que los argentinos están haciendo literalmente un peregrinaje para verlo una vez más y agradecerle. El mejor momento de Ginóbili no fue con San Antonio. Fue ganar la medalla de oro con su Selección en Atenas 2004, un milagro de Argentina. Ningún país ganó el oro cuando Estados Unidos mandó a sus profesionales top. Nunca nadie lo había hecho, nadie lo hizo desde entonces y probablemente nadie lo vuelva a hacer", destacó el hito que consiguió con la camiseta celeste y blanca.
"Hay algo que Ginóbili no puede controlar. Ese fuego, ese deseo, ese algo que él actualmente no está seguro que sea algo bueno. 'Es una enfermedad, creo, por momentos fui demasiado competitivo y me costó enfrentar las derrotas', dijo", continuó Harris con la oda hacia Manu.
"Jugó una serie de playoffs con un brazo roto, con la nariz rota. Le ha dado todo a esta organización. Esta temporada estaba decepcionado por la ausencia de Kawhi (Leonard) y desconsolado por el entrenador que ama. Y, sin embargo, de alguna manera convenció a su equipo de que, si bien no podían ganar la guerra, no iban a perder la batalla. No esta, no en su casa", destacó su entrega completa en el último partido, sin mezquindades ni egoísmos.
Y, como epílogo de su artículo, el autor volvió a la comparación con el pivot de Islas Vírgenes, el ex compañero de Manu, el jugador insignia de la franquicia: "Entonces, sí, Tim Duncan es el mejor de todos los tiempos. Está en los datos, en los números, la lógica. Pero Manu hace que tu corazón haga una pregunta en la que la respuesta desafía la lógica. Si nos dio todo cuanto pudo, ¿cómo puede haber algo más que eso?". El corazón, parece, se ganó un lugar en la historia con razones que las estadísticas no entienden.
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