Son las 8 en punto en este rincón de San Fernando. A esa hora -la pautada con Clarín- Mario Ledesma sale del amplio salón del gimnasio del Buenos Aires Cricket &Rugby Club adaptado para Jaguares. “Me tomaría un mate pero tengo miedo de contagiar”, cuenta el flamante entrenador de la franquicia argentina del Super Rugby. Y explica que “el aire acondicionado me está matando”. Tose. Una, dos veces. Pide sentarse a la sombra. Y se abre a la charla.
-Llegaste a Buenos Aires en noviembre. ¿Te costó tomar la decisión?
-Siempre, desde que empecé a entrenar, me dije:“Yo quiero entrenar para un día volver a Argentina”.
-Era tu objetivo.
-Sí, siempre. Quería volver entrenando o laburando en algo que a mí me apasiona y que es... entrenar. Cuando empezamos a hablar al principio dije que no. Porque de afuera, y después de estar mucho tiempo en otro tipo de rugby, ves mucho despelote. Obviamente es un desafío muy grande. Para mí Jaguares no es Pumas; es Jaguares pero es un equipo argentino que representa a la Argentina. Y es bandera de un montón de cosas. Por ahí te da miedo que las condiciones no estén dadas, pero por ahí también el análisis que se hace de afuera es medio subjetivo y no es toda la verdad.
-¿Y con qué te encontraste? ¿Con lo que pensabas o con algo distinto?
-Con un poco de todo. Yo tenía un montón de exigencias a todo nivel justamente por haber estado laburando en un lugar súper profesional y entonces querés que estén todas las condiciones reunidas; pero después te tenés que dar cuenta que venís a un país que tiene dos años de profesionalismo contra otro que lleva 20 y pico. En Australia dicen que están en la mayoría de edad del rugby profesional y yo digo que nosotros estamos empezando a caminar. En algún momento en Sydney me dije:“Tengo que hacer lo que me dicta el corazón”. Y si yo quiero cambiar cosas hay que cambiarlas desde adentro también.
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-El jugador argentino ¿es verdaderamente profesional?
-Creo que acá se mezcla mucho el rugby y no quiero usar la palabra dicotomía para separar lo amateur de lo profesional porque es todo un verso. Nos llenamos la boca hablando de esas pavadas y no es lo importante; lo importante acá es como hacés tu laburo, ya sea amateur o profesional. Me parece que acá a los chicos, a los entrenadores y a los dirigentes se les mezcla el tema. Lo importante es que hay que entender que éste es un laburo y que si vos faltás a un entrenamiento y te penalizan por eso, no te están cagando. Como tampoco lo hace un chico que decide irse a jugar afuera. Nosotros tenemos que hacer todo para que él no se quiera ir, pero si se va es su carrera y su decisión. Acá hay que romper las barreras. Eso pasa en Australia, por ejemplo, donde los chicos están seteados de manera diferente porque conviven con esa situación desde hace 20 años. Para ellos es normal.
-Cómo se trabaja físicamente en el rugby argentino?
-Yo ya estuve comparando datos y tiempos de entrenamientos y demás y afuera se labura más y, por ahí, mejor. Nosotros tenemos un preparador físico que viene de Auckland Blues y que sabe de qué se trata el Super Rugby.
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-Como entrenador de Jaguares, ¿trabajarás en forma paralela a Daniel Hourcade en Los Pumas?
-Sí y no. Yo voy a hacer todo para que los jugadores lleguen de la mejor manera a junio con Los Pumas. La prioridad es que lleguen bien a esa ventana pero sin descuidar a Jaguares.
-¿Tu objetivo final como entrenador es dirigir algún día a Los Pumas?
-No es casette ni nada, pero va a depender de cómo me vaya acá. Yo tengo cuatro años en Jaguares y no trabajo con suposiciones. A mí me tiene que ir bien acá y si me va bien seguramente tendré una chance. Todo el mundo quiere entrenar a Los Pumas y hoy hay cinco tipos más o menos que pueden hacerlo. Yo no quiero decir nada porque después se saca de contexto. No le tengo miedo a nada pero poner eso arriba de la mesa es inútil. Esto es rugby profesional y entonces hay que manejarse profesionalmente.