Luka Modric es el hijo de la guerra, uno que cambió los estruendos por la explosión de una tribuna. Y pese a que a él le tocó sufrir de niño el terror de la guerra de los balcanes y las calles devastadas por los bombardeos, hoy las bengalas llegan para festejar sus goles.
En medio de la guerra entre la exyugoslavia y Serbia, Modric a los 6 años tuvo que dejar su hogar en Obrovac junto a su familia, pues un bombardeo sobre la cordillera del Velebit destruyó todo, incluso su abuelo Luka murió al ser atacados por los serbios.
Hoy a sus 32 años, el jugador sueña con levantar la copa del mundo. Claramente él es el símbolo de una generación que creció con el sonido de la guerra, pero que se permitió soñar.