Cuando todo parecía perdido para Alemania, apareció Toni Kroos. Era el minuto 95 del duelo entre el elenco teutón y la Selección de Suecia por la segunda fecha de la fase de grupos de Rusia 2018. El marcador iba 1-1 y un empate iba a dejar al cuadro de Joachim Löw con un pie y medio afuera de los octavos, teniendo que depender de otros resultados en la última fecha para pasar a a la siguiente etapa.
Todo comenzó cuando, en un desborde por la banda izquierda cerca al área, el delantero Timo Werner fue infraccionado por el defensor sueco Jimmy Durmaz. Alemania iba a tener una oportunidad de gol más para intentar irse con los tres puntos en un encuentro donde iniciaron abajo en el marcador pero pasaron la mayoría del tiempo en campo rival, aún con un hombre menos a raíz de la expulsión de Jerome Boateng a los '82.
Eran dos los jugadores que se pararon frente al balón como posibles ejecutores del tiro libre. Había ángulo de remate, una barrera de dos hombres y una área llena de futbolistas de los dos equipos con objetivos distintos. Por un lado estaban los suecos, que querían despejar el esférico lo más lejos de su pórtico, mientras que por el otro se encontraban los alemanes que querían batir la valla de Robin Olsen por segunda vez en el compromiso después de generar un sinnúmero de ocasiones de gol.
En ese escenario, con una enorme presión teniendo en cuenta el escenario en el que se podría encontrar su equipo si es que no sumaban los tres puntos en este partido, tanto Marco Reus como Toni Kroos se mantuvieron firmes ante el balón a la espera de que el árbitro polaco Szymon Marciniak diera la orden para que se ejecutara el tiro libre. Era cuestión de tiempo para que los dos cracks alemanes pusieran en práctica lo que ya tenían en mente.
Una vez que sonó el pito, Toni Kroos dio un pequeño toque con Reus, casi milimétrico, para que el mediocampista del Borussia Dortmund solo ponga su planta sobre la pelota para mantenerla estática. Los dos suecos que estaban en la barrera tardaron en achicar y el volante del Real Madrid, sacando lo mejor de su técnica, colocó el balón en el ángulo superior izquierdo de Robin Olsen en el que fue un remate inatajable para el guardameta.
Toni Kroos lo celebró como más que un simple gol. Lo festejó como si le hubiera salvado la vida a un familiar cercano o si ese tanto habría significado la paz mundial. El jugador de 28 años, más allá de darle tres puntos a su equipo, le dio oxigeno de cara a la última jornada de la fase de grupos a una Alemania que lucía como cualquier cosa menos el último campeón del mundo, pero que sigue con el objetivo de ganar su segundo Mundial consecutivo.