—Yo veo algo y lo anoto— dice el Maestro. Y sigue: El otro día una actriz dijo ‘los inicios siempre generan miedo y los finales siempre dan tristeza’. Y es verdad, hasta siendo campeón uno piensa “ahora qué”. Lo importante está en el medio.
En 2006, luego de haber quedado en la puerta del Mundial de Alemania tras perder en el repechaje frente a Australia, el panorama en Uruguay era desolador. El por entonces presidente de la AUF, Eugenio Figueredo, estaba contra las cuerdas. Y el mandatario nacional, Tabaré Vázquez, anunciaba que pasaría “cepillo de alambre” para limpiar a la máxima entidad del fútbol uruguayo. Al mismo tiempo, el torneo local se suspendía por el asesinato de Héctor Da Cunha, un hincha de Cerro, a manos de barras de Peñarol. En ese contexto apareció Óscar Washington Tabárez con una carpeta.
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“Proyecto de institucionalización de los procesos de selecciones nacionales y de la formación de sus futbolistas”. El título, resonante y pretencioso, contrastaba con una realidad desprolija y sin brújula.
De ahí hasta acá, fue que pasó lo importante. Lo que va en el medio, según Tabárez. Doce años de proyecto para convertirse en el entrenador más veterano (71 años) de los que estarán en Rusia y el que más partidos lleva dirigidos a una selección (180 encuentros).
Para Tabárez la clave está en tres letras E: Explicar, Entrenar y Evaluar. El jugador uruguayo debe tener en claro lo que se explica. Es decir: debe saber qué responsabilidad tiene cada uno en el campo de juego y en relación a sus compañeros. Debe entrenarlo en la semana y finalmente llevarlo a cabo en los partidos para ser evaluado.
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El Plan Maestro surgió desde las ruinas. “La primera práctica en 2006 fue muy particular”, recuerda Diego Scotti, el mediocampista que pasó por Gimnasia y Newell's. “Eramos pocos y recuerdo que llegaron a meterse hinchas para hacer el táctico. Sí, como algunos compañeros llegaban muy sobre la fecha, se les pidió a algunos hinchas que dieran una mano”, completa Scotti en el libro "Maestro. El legado de Tabárez".
Oscar Tabarez sufre una neuropatía crónica que afectó a su movilidad. AP
El prólogo de esa publicación lo escribió el entrenador argentino Marcelo Bielsa y opina que "Tabárez es un fiel representante del ser uruguayo o al menos, de aquellos valores que atribuimos los argentinos a nuestros vecinos: equilibrio, sentido común, sinceridad, modestia".
El Maestro ya se había puesto el buzo Celeste para dirigir a su selección en la Copa América de Brasil en 1989 (fue subcampeón) y el Mundial 90, donde perdió en octavos de final frente al anfitrión Italia. Desde ese mismo momento esperó que llegara la segunda oportunidad.
Y llegó para quedarse. En el retrovisor, a lo lejos, seguían vigentes sus días de docente en escuela primaria en los postergados barrios montevideanos de Cerro, Paso de la Arena y La Teja. Su carrera como defensor central en equipos de menor nivel en Uruguay -pasó por Sud América, Montevideo Wanderers, Fénix, Bella Vista- se complementaba con su labor en las aulas, con el guardapolvo blanco.
Cuenta la leyenda que en el inicio de la década del 80, cuando su esposa estaba embarazada de su cuarta hija, escuchó en la radio que Peñarol estaba buscando entrenadores para las inferiores. ¿Los requerimientos? Tener experiencia como jugador y tener estudios completos. Al día siguiente, Tabárez inicio su carrera como DT.
Tabárez con Diego Forlán en el Mundial de Sudáfrica 2010. AFP
En Peñarol ganó la Copa Libertadores de 1987. Saltó a Colombia para un paso fugaz por Deportivo Cali. Le devolvió la sonrisa a Boca al gritar campeón del torneo local en 1992, algo que el equipo argentino no lograba desde 1981. Pegó el salto a Europa para sentarse en el banco de Cagliari y Milan, en Italia; y Oviedo, en España. Volvió a la Argentina aunque no hizo pie en Vélez ni pudo repetir su éxito en un segundo ciclo en Boca.
"No pido piedad: sólo aspiro a que haya gente que crea en esto", dijo el 8 de marzo del 2006, cuando fue presentado como DT de Uruguay. Tras su salida luego de la celebrada clasificación a octavos de final en el Mundial 90 con el gol de Daniel Fonseca, la Celeste no había logrado clasificarse a EE.UU. 94, Francia 98 ni a Alemania 2006.
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Entre los dos ciclos de Tabárez pasaron 16 años. Y trece directores técnicos: Pedro Cubilla (1991), Luis Cubilla (91/93), Ildo Maneiro y Roberto Fleitas (1993), Héctor Núñez (94/96), Juan Ahuntchaín (96/97), Roque Máspoli (97/98), Víctor Púa (98/99 y 2001/2002), Daniel Passarella (2000/2001), Jorge Da Silva (2002), Gustavo Ferrín (2003), Juan Ramón Carrasco (2003/2004) y Jorge Fossati (2004-2005).
Ganó la Copa América de 2011 (la 15a de la Celeste) jugada en Argentina, fue elegido mejor entrenador de selecciones en 2011, clasificó a un Juego Olímpico (Londres 2012) después de 84 años, renunció a la FIFA tras la sanción que consideró excesiva a Luis Suárez por su mordida a Chiellini en el Mundial 2014, fue nombrado Ciudadano Ilustre de Montevideo y Campeón del Deporte de la Unesco.
En Sudáfrica 2010 su ciclo llegó al clímax con el histórico cuarto puesto, con un Diego Forlán brillante y aquel recordado penal del Loco Abreu para desatar la euforia. Cuatro años más tarde, en Brasil, James Rodríguez le hizo el mejor gol del Mundial y Colombia lo dejó afuera en octavos de final.
En Rusia, Tabárez dirigirá su cuarto Mundial. Lo esperan el anfitrión, Arabia Saudita y Egipto en el Grupo A. El debut será el 15 de junio ante los africanos que dirige Héctor Cúper.
El Maestro con Luis Suárez, la gran figura uruguaya. AFP
“Le demostró al mundo el milagro de un pequeño paisito que demográficamente es un barrio de San Pablo y que puede hacer cosas más o menos parejas. Los políticos tendríamos que aprender de su lección, al trabajo consecuente, al trabajo colectivo, a la sencillez y a la humildad", lo elogió el ex presidente José Mujica.
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Llega en silencio Uruguay. Como más le gusta. Con Edinson Cavani y Luis Suárez arriba, una de las mejores duplas ofensivas del mundo. Con Diego Godín comandando la defensa siempre férrea.
Y con el Maestro en el banco. Como hace 12 años.