Una vez más señalada por los gritos de mono escuchados el martes en el amistoso ganado por Francia ante la selección local en San Petersburgo, Rusia se ha propuesto actuar con firmeza para que el problema del racismo no empañe el Mundial de fútbol, a menos de tres meses para el torneo.
Del 14 de junio al 15 de julio, todas las miradas estarán dirigidas hacia Rusia y la cuestión preocupa seriamente.
Los onomatopeyas con sonidos simiescos se escucharon varias veces contra los franceses, especialmente en el minuto 73, cuando el mediocampista Paul Pogba tocó el balón.
También fue objetivo de esos gritos Ousmane Dembélé en el momento de lanzar dos saques de esquina, constataron varios fotógrafos de la prensa, entre ellos el de la AFP.
"Vamos a estudiar el vídeo y todo lo que pasó alrededor del partido. Daremos luego nuestra evaluación", declaró a Sport Express un responsable de la seguridad y de las relaciones con los aficionados de la Federación Rusa de Fútbol (RFS), Vladimir Markin. Otro responsable aseguró que la RFS estaba dispuesta a investigar el episodio.
Si bien los incidentes han disminuido, no han desaparecido por completo, como muestran los gritos escuchados en el amistoso de San Petersburgo o como subraya un informe de la ONG Fare, que registró 89 incidentes racistas alrededor de partidos de fútbol en Rusia durante la temporada 2016-2017.
La reacción más contundente y la más sorprendente vino del vicepresidente de la Duma (Cámara de Diputados), Igor Lebedev, miembro del partido nacionalista LDPR y también del Comité de Dirección de la RFS.
"Disponemos ya de medios de sancionar el racismo, pero o bien son demasiado débiles o bien los aficionados no los entienden", añadió, asegurando que "ese mal comportamiento no se detendrá mientras no sea castigado".
AFP