Estados Unidos y Suiza han concretado un nuevo entendimiento comercial que reducirá de forma sustancial los aranceles aplicados a los productos suizos: del 39% vigente, caerán al 15%. El anuncio fue difundido por el Gobierno suizo en X tras una reunión calificada como “altamente productiva” con el Representante Comercial de EE. UU., Jamieson Greer.

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Desde Berna expresaron su agradecimiento al presidente Donald Trump por lo que describieron como un “diálogo constructivo” que permitió destrabar meses de tensiones. Greer, por su parte, confirmó el pacto en declaraciones a CNBC y adelantó que el acuerdo incluye un compromiso suizo para trasladar parte de su manufactura hacia territorio estadounidense, especialmente en sectores clave como farmacéuticos, refinación de oro y equipos ferroviarios.

El nuevo acuerdo promete mayor inversión y producción compartida.
El entusiasmo en Washington es palpable. Para la administración Trump, el convenio representa un impulso a su estrategia de fortalecer la producción interna y equilibrar la balanza comercial.
Un acercamiento tras meses de fricciones
El ministro de Economía suizo, Guy Parmelin, viajó a Washington con el objetivo de alcanzar un acuerdo similar al que ya tiene la Unión Europea. Según Greer, las conversaciones estaban en curso desde abril, cuando EE. UU. endureció su postura comercial y aumentó los aranceles a múltiples socios.
El representante estadounidense explicó que Suiza aceptó gestionar su superávit comercial garantizando que las industrias con mayor excedente como la farmacéutica y la del oro incrementarán su presencia productiva dentro de EE. UU.
Golpe a sectores tradicionales suizos
El aumento de aranceles decidido por Washington en agosto del 31% al 39% puso bajo presión a áreas emblemáticas de la economía helvética, desde la relojería y la mecánica hasta productos alimentarios tan reconocidos como el chocolate y los quesos.
A raíz de este escenario, Suiza recortó en octubre su proyección de crecimiento para 2026, situándola en 0,9%, tres décimas menos que lo previsto inicialmente. Mientras tanto, en Estados Unidos, el Tribunal Supremo evalúa la legalidad de los aranceles impulsados por la administración Trump, lo que añade incertidumbre al panorama comercial en ambos países.