Hay sonrisas tan amplias que merecen ser olímpicas. Otras, como las de Lionel Messi y Ángel Di María, procuran ser sencillas aunque carguen en realidad con la energía que desata un título de Copa América o lo que es lo mismo, la fuerza sobrenatural de un átomo dividido. Algo así es la Albiceleste, algo así amanece hoy toda Argentina.
En una final épica, como correspondía para estar a la altura de un ‘Dibu’ memorable, un Messi derrapando lo último de su arte y un Di María descomunal con la pelota y sin ella, la Albiceleste superó 1-0 a Colombia con un gol de Lautaro y sentenció su paso a la gloria con el trofeo continental y un país como Argentina hecho emoción y pelota.
Ahí está también Scaloni que ensancha su leyenda ganándolo todo: Copa América 2021, Copa del Mundo 2022, Finalíssima 2022 y ahora, nuevamente campeón de América. “Estaba escrito, se lo dije a los chicos, soñé que la ganaba, que me retiraba de esta manera”, dice Di María, emocionado y ovacionado para siempre en su último partido con esa camiseta y una despedida colosal, dulce, perfecta.
Más allá, vertiendo las lágrimas de frustración para dar paso a unas de alegría, Lionel Messi se relaja y olvida el dolor del tobillo dejándose abrazar por lo que ahora es un estallido pleno de festejos en la cancha del imponente escenario deportivo en Miami, la misma ciudad que por estos tiempos acoge la vida familiar y deportiva del hombre que si hubiera sido astronauta nos hubiera llevado a la Luna, pero eligió ser futbolista para llevarnos a todos a la ovación infinita.
Un duelo caliente
Eso sí, con una previa agobiante por incidentes ajenos al fútbol. Y es que producto de un incidente protagonizado por fanáticos colombianos, el duelo programado inicialmente para las siete de la noche, terminó retrasándose casi una hora y media. Según los reportes oficiales, un puñado de aficionados de la selección colombiana aprovechó el excesivo conglomerado de asistentes en los puntos de acceso al Hard Rock Stadium en Miami para intentar burlar los anillos de seguridad e ingresar a la gran final sin contar con entradas.
Se anticipaba un duelo accidentado y así fue. Colombia inteligentemente aguantó, apretó e incomodó a la albiceleste con la vehemencia de una fiera salvaje, pero con el frío cálculo de un cirujano. Otra vez, obra y gracia de un lúcido estratega como Néstor Lorenzo que supo plantear un partido friccionado y por ende, incómodo para Lionel Scaloni y sus dirigidos.
Eso sí, apenas a los 7 minutos de juego, sería Colombia quien tendría la opción más clara de gol por intermedio de Córdoba, que casi de media tijera reventó el parante derecho de un ‘Dibu’ que apeló a desviar el remate con la mirada.
Pasada la media hora, un pisotón involuntario, producto de un sobre esfuerzo del argentino y la recia marca del defensor Arias, dejó a Lio sentido del tobillo, bajándole así las revoluciones y nublando un poco más el panorama para la albiceleste de Scaloni.
La resistencia del campeón
Hasta entonces, Argentina había sido el poseedor de la pelota sin que por ello sepa hallar una ruta libre por dónde hacer daño, especialmente fastidiado por el buen trabajo en la recuperación y anticipación del equipo cafetero, donde destacaron Ríos y Lerma, que a la ferocidad para lidiar con cada pelota le añadían buen criterio para impacientar al rival con el pase preciso y la hábil pausa en salida. Así acababa la primera mitad, con un partido cerrado y el marcador a cero.
La intensidad no bajaría en la segunda etapa, con un James aplicado y un Messi padeciendo el trajín y los 37 años, los intentos fallidos eran el denominador común del partido. Hasta que a los 66 minutos la Pulga tropieza solo y no puede más, cae al piso y su vértigo pone freno de mano. Piden cambio y con él no solo sale el mejor conductor albiceleste, también el producto bruto interno de la alegría argentina.
Ya en el ocaso del fue todo corazón. Mientras Messi se sostiene entre lágrimas en la banca de suplentes y su tobillo inflamado parece reventar, Di María encuentra una y se topa con un ufff... casi. Para el suplementario sacan a James y todo es producto del sacrificio corrompiéndose por el agotamiento. Hasta el pitazo y el suplementario.
Es entonces cuando el epílogo alcanza niveles estratosféricos de angustia. Hasta que a los 112 minutos entra Lautaro Martínez, el ‘Toro’, para marcar un gol que hace justicia a la generación dorada liderada por tres amigos inseparables: Messi, Di María y la leyenda.
Tantas veces Argentina
El cuarto título consecutivo en la era Scaloni no solamente hace justicia a una generación saliente a la que le hacía falta tocar techo y a otra que se va adjudicando el derecho de protagonizar un recambio generacional consistente. Este cuarto título también esa la muestra concreta de que Argentina parece invencible porque lo tiene tiene todo: un arquero afianzado para los detalles, una defensa pétrea y un mediocampo colosal. A estos ingredientes se suma unas variantes ofensivas descomunales. Y cuando falla, porque suele pasar, siempre queda la capacidad para inmolarse. El sacrificio obligatorio para construir héroes.
- Los títulos en la era Scaloni
Torneo | Año | Lugar | Rival |
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Copa América | 2021 | Campeón | Brasil |
Copa del Mundo | 2022 | Campeón | Francia |
Finalíssima | 2022 | Campeón | Italia |
Copa América | 2024 | Campeón | Colombia |
Por eso no pudo Brasil en aquella Copa América disputada en el Maracaná y tampoco pudo la Francia en Mbappé en una de las finales más dramáticas en la historia de los mundiales. Menos Italia, que en el 2022 fue vapuleada por Messi y Cía. con un 3-0 categórico del que se sabe superior antes, durante y después de la riña. Y por eso este domingo tampoco pudo una Colombia impecable, peleadora, aguerrida, que aunque con mucha dinámica, bastante fútbol e impecable esfuerzo, terminó por ceder ante increíble voluntad de los dirigidos por Scaloni.
¿Qué hace un equipo tan imposible de ser vencido? Puede que sea Messi y su grandeza que contagia. Puede que sea Scaloni y una lectura perfecta de cómo pelear finales y sobrevivir en los bajones para rematar en el último instante. O puede que sea un equipo compacto, que se cree el mejor del mundo y lo es.