La selección Vinotinto debutó con victoria (0-1) ante Uruguay, aunque con un inicio más complicado de lo que se preveía. Pamela Conti apostó por el once de gala ante un equipo en teoría mas débil.
Pese a los contratiempos sufridos a las puertas del torneo, por las molestias físicas de la jugadora del Manchester City, el gol de Deyna Castellanos a 12 minutos del pitazo final luego de un magistral tiro libre fue nuevamente el factor diferencial para las venezolanas.
A las de Pamela Conti les costó recuperar el ritmo de juego habitual y evitar las imprecisiones.
Las primeras ocasiones del equipo fueron desde la banda derecha donde la mediocampista, Paola Villamizar, lo intentó con varios centros e incluso un pase filtrado que Deyna no pudo definir a tiempo y quedó engatillada dentro del área rival.
La italiana tal y como lo dejó ver en los encuentros amistosos previos al inicio del torneo ante Chile, salió con un once ofensivo y de mucho juego por las bandas, pero falto en algunos pasajes del partido de conexión entre el mediocampo y el ataque. El ingreso de Lourdes Moreno en lugar de Gabriela García le brindó más coherencia a la selección en la transición entre el mediocampo y el ataque.
La delantera Mariana Spekmaier dio a las criollas, el empujón que necesitaba para lograr la victoria en los minutos finales generando desbordes y desestabilizando a la defensa uruguaya.
El conjunto de Pamela Conti, haciendo gala de su velocidad en el juego lo intentó con casi todas sus jugadoras, pero les siguió fallando acierto a la hora de definir.
La selección remató un total de 12 veces al arco, incluyendo los dos mano a mano fallados en el área rival por Deyna Castellanos e Ysaura Viso, situaciones que no se puede permitir ante un rival más directo en el grupo como lo pueden ser Brasil y sobre todo Argentina.
Sin embargo, la capitana se reivindicaría y de qué manera, con un golpeo de balón excepcional, que dejaría por debajo de la mesa los fallos de la selección de cara al gol.
Nadie hubiera dicho que Venezuela tenía problemas con el gol, redimida a balón parado después de que las zagueras como Verónica Herrera tuvieran más protagonismo que las delanteras, sostenidas por la laboriosidad de las demás jugadoras en el mediocampo.
La fe grupal permite disimular las ausencias de aciertos de solistas como Viso y Altuve y ganar tiempo camino de la cita con Perú. El triunfo invita a mantener la confianza.