Ricardo La Volpe se marchó del Estadio Azteca resoplando, sacó del cuerpo la tensión del debut. Pasan los años y no se pierde esa sensación en el estómago que genera estrenarse en el banquillo de un equipo, si es un clásico y con un ambiente cargado de presión, un poco más, y más aún cuando el desempeño de América no reflejó la ideología futbolística que el entrenador ha desarrollado en su trayectoria. Las Águilas acabaron colgadas del larguero, alejando el balón a donde fuera con tal de que no estuviera cerca de la línea de gol.
Pumas tuvo la bola, más llegada, la posesión fue para los universitarios desde el minuto 15 hasta el agregado. Pero la resistencia defensiva se impuso. No eran los planes que se tenían en mente, pero el juego se convirtió en eso: un ensayo de fortaleza en la retaguardia azulcrema ante la presión sofocante de Universidad.
El mismo entrenador ondeó la bandera de la sinceridad, en la conferencia posterior no tuvo empacho en reconocer que su equipo todavía no muestra el empaque que él pretende, aceptó que el triunfo tenía que darse sin importar las condiciones, pero reconoció que las formas no fueron las que más le agradan.
¿Qué se puede destacar de América? Aspectos, solo eso. Primero, la sangre, el coraje que tuvo, supo sufrir y no se dobló como había ocurrido en los dos clásicos anteriores. Capitalizó dos errores del rival en dos momentos puntuales. Hubo algunos intentos en los que buscó salir con la pelota jugada desde el fondo, en la acción del segundo gol apareció una triangulación rápida, que no supo leer la zaga universitaria. También, que Ricardo pretenderá revivir esa versión de William jugando como volante de creación y no como recuperador y que Daniel Guerrero será una pieza clave para la salida de las Águilas y enganchar el juego entre líneas.
Entre lo negativo estuvo que el equipo se replegó en demasía, cedió la iniciativa y fue incapaz de enfriar el partido con la pelota, porque la tuvo en su poder poco tiempo. Que no supo capitalizar las ocasiones que tuvo, dejó ir al menos dos muy claras que le hubieran llevado a sufrir menos. En el segundo tiempo se fue rompiendo y no hubo equilibrio, al punto de que se atrincheró en su arco, pasó a jugar al contragolpe en lugar de articular futbol.
Es cierto, el botín acabó del lado americanista y La Volpe tendrá un mejor ambiente para ir acentuando conceptos, el entrenador sabe que la carga emotiva que dejó en su plantel y en la afición la victoria sobre Universidad le darán un estado de ánimo más relajado, pero también que hay una carrera contra el tiempo, porque este miércoles ya hay Copa y se trata de un partido a matar o morir, de ahí que el equipo se presentará a este encuentro con mejores sensaciones.
Al final del juego no hubo personaje de las Águilas que no reconociera que el triunfo tuvo una alta dosis de fortuna, sobre todo porque se fraguó en el esfuerzo y resistencia defensiva (condición que no va en la filosofía del entrenador). El cuadro azulcrema fue un bloque que repelió el ímpetu universitario, aguantó firme y celebró, pero la plantilla salió convencida de que deben seguir creciendo en lo futbolístico, porque el sábado hubo ligeras mejoras, pero no las suficientes para no pasar tantos apuros.
"Para nosotros fue un triunfo muy importante, porque fue un clásico y teníamos que seguir arriba en la tabla y lo logramos. Dejamos jugar a Pumas y en eso nos equivocamos, ellos manejaron bien la pelota y era importante mantener el orden, ellos tuvieron mayor tiempo la pelota, pero no lastimaron tanto, sino con muchos centros y creo que resolvimos bien", valoró Rubens Sambueza.
El capitán de las Águilas señaló que fue muy poco lo que se pudo ver de lo que pretende La Volpe, pero esperan que vayan mejorando las sensaciones. "Ricardo nos dijo que no quería desorden, quería triangulaciones y por momentos salió bien, esperemos agarrarle la mano a lo que quiere, hay buen plantel y camino por recorrer".
En la misma línea se manejó Moisés Muñoz, el portero de las Águilas que tuvo intervenciones que evitaron que Universidad subiera más goles al marcador. Moi tampoco se anduvo con rodeos, el sábado el cómo se dejó de lado: "Teníamos que ganar, no importaban las formas, si se ganaba con amígdalas, con punta para arriba no importaba, era conseguir los tres puntos, tiempo para trabajar vamos a tener y el equipo se va a ver mucho mejor, hay que adaptarnos a las nuevas ideas", comentó.
Y Osvaldo Martínez remató el discurso de las Águilas. "Lo más importante es que se ganó el partido. Cuando se juega un clásico siempre hay que ganar como sea. Esta vez el equipo puso mucha actitud, muchos güevos para sacar un partido así".