Por Piero Portanova.
Una de las cosas más bonitas de una clasificación como la de Alianza hace unos días es ver a mi hijo feliz, es hincha de Alianza, yo no, pero disfruto ir con él al estadio y este tipo de alegrías que ya tiene a sus cortos 12 años. Pero he venido pensando en algunas de las razones del momento actual del club, y creo que una de ellas tiene que ver con el liderazgo de Hernán Barcos.
Hoy, ¿alguien puede poner en duda su influencia? Y añado una interrogante, ¿no era posiblemente Guerrero el indicado para asumir ese liderazgo o muchos lo pensaron así? Entonces, ¿qué pasó? Ocurrió que desde que llegó a Alianza, Guerrero ha considerado que el liderazgo se ejerce desde meterle presión a los árbitros, pelearse con ellos y tratar de meter la mayor cantidad de goles posibles que lo validen, viviendo su casi retiro con tensión más que con disfrute, porque parece que no se permite fallar o que se cuestione su valía. A partir de los últimos goles, de pronto ya está más tranquilo.
Barcos, por otro lado, parece disfrutar el momento, llora como un niño haberle hecho un gol a Boca en la Bombonera a los 40 años. Creo que sabe o intuye, o es lo que su personalidad le manda, que el liderazgo se ejerce no desde la posición de poder, no en andar gritando y mangoneando todo el día, sino desde la humildad. Porque los mejores líderes no son los que no se equivocan, un líder no es perfecto. Y Barcos falló, falló en la ida opciones de gol, pero tuvo la capacidad de no quedarse con ello y tener la certeza que se iba a presentar alguna en la vuelta, y así fue.
Y, un liderazgo humilde, no solo es reconocer que uno puede fallar, también significa empatía, ponerse en el lugar del otro, sobre todo del que sabe menos o está creciendo. No es el futbolista que tiene que “putear” a los chicos para usar un término muy del fútbol, sino que sabe que en algún momento también estuvo en esa posición y los ayuda a crecer. Inclusive los buenos líderes entienden que pueden llegar a aprender de sus subordinados, o que ellos pueden tener ideas y desempeños más que sobresalientes.
Con esto, no estoy señalando que Guerrero no sea un líder, ni tenga esta capacidad de influencia. Lo que creo pensando en diferentes estilos de liderazgo, es que Guerrero es un líder futbolístico en Alianza, es un histórico, un referente, y se le respeta por ello. Barcos se ha ganado lo mismo en Alianza, pero “hoy” es el líder que necesitaba Alianza, alguien que ayude a construir estabilidad, confianza, relaciones, mística, todo aquello que a veces es lo decisivo.