Hola mi gente hermosa de ‘La Fe de Cuto’ ya vivimos los aires de la Navidad, una fecha donde todos quieren regalar y ‘reventar’ la tarjeta. Yo hoy les regalo una ‘lección de vida’ con la historia de mi hermano Rafael Gallardo, talentoso volante que conocí en Universitario de Deportes.
Su carrera estaba destinada a las grandes ligas de Europa y cuando ya empezaba a brillar en el ‘Viejo continente’ un acontecimiento le ‘cortó las piernas’, para sorprensa de mucho que hoy se están enterando, pero ‘el de arriba’ le demostró que la fe es lo más lindo de la vida.
Mi hermano es verdad que ya tienes 20 años viviendo por Japón
Llevo 16 años viviendo fuera del Perú y radicando en Japón, cuando lo dices ya lo catalogas como un mundo diferente. Nos fuimos con la familia entera, me fui con dos hijas y una más nació allá. ‘Chancletero’, como el ‘Puma’, pero lo bueno es que han salido buenas chicas.
Tú eres de San Martín de Porres, a donde me llevabas…
No te llevaba, tu caías, que era diferente. Ponías el ‘piloto automático’ y llegabas. Yo soy de San Martín de Porres crecí ahí, pero también he vivido en Huaral, aunque mi familia es de Oxapampa, aunque no lo crean por el color, pero toda la familia es de allá. Tuve una infancia que no ha ido fácil, con dificultades como la gran mayoría. De esforzarse para conseguir algo.
¿Qué técnico te hizo debutar?
Carlos Daniel Jurado en la ‘Cancha de los muertos’, de Chorrillos contra Cienciano. Ese fue mi debut y fui elegido el mejor del partido. De ahí empezaron los consejos de los mayores. Carlos Cumapa, Jhon Pacheco y Chapita Soto. Ellos te decían las cosas que había que hacer y respetar a los de experiencia.
Al año siguiente, en 1996, recibo la llamada de Miguel Silva, dirigente de Universitario, para conversar y que me una a sus filas. Allí conocí al gran Alfredo Gonzales y llegué a la ‘U’ en 1997, donde nos conocimos.
Y donde ibas a mi cuarto y no comprabas nada, más duro eras…
Una de las cosas que mas recuerdo de ese cuarto era que de vez en cuando me metía mis cigarros No compraba porque no fumaba, pero la gente se iba de avance…
¿Qué recuerdas de cuando llegaste Universitario?
Jugar en un equipo grande era otra cosa. A los que mirabas en el periódico ahora tenías que competir con ellos. Tenía que esforzarme el triple. Por eso campeonamos teníamos un equipo fuerte si no estaba listo uno, estaba el otro. Todos sabían la capacidad que tenia el compañero.
¿Qué recuerdas del 97 y 98 de las concentraciones? Ahora llegas para el centenario…
Recuerdo que llegue con ‘Machi’ Ponillos y la Foca, Roberto Farfán. Yo llegaba de un equipo descendido y para buscarme una opción de juego tenía que hacer triple esfuerzo. Gracias a Dios tenía buenos compañeros como ‘Pacho’ Guzmán, César Charún y el ‘Diablo’ Carazas.
Éramos la tribu, puro negro… ¿Recuerdas cuando llegó Eduardo Esidio?
Claro, yo me ofrecí por camaradería ofrecerle nuestro espacio allí a ‘Edu’ y el ‘Goyo’. Noooo ese cuarto no todos fuman, de ahí se fue al cuarto de los religiosos con Juan Pajuelo.
¿Qué recuerdas de ese título con Oswaldo Piazza?
Me marcó mucho. Hablaba mucho conmigo, me motivaba que no me quedara en el fútbol nacional a pesar de no haber jugador en la Selección Peruana. Estaba pensando en otras cosas yo, pero después reaccioné. Ahora se lo trasmito a los chicos. En el caso de los chicos de Japón no tengo problemas con la disciplina, cuando les digo algo, se hace. No hay que repetirles mucho.
Les estoy haciendo tour para que conozcan otras realidades, me los estoy llevando a comer pota en ‘Los Barracones’ ja, ja, ja.
El otro día estaba haciendo el ranking de los más ‘duros’ (tacaños) de la pelotita y tú estas tercero detrás de Oscar Ibáñez, que lo amo mucho. Segundo está César Charún y sigues tú que un ca ponías ni para el cigarro, ni el ‘Pollito a la brasa’.
No seas malo, para que voy a poner para el ‘Pollo a la brasa’ si yo ya llegaba cenado...
Pero cuando llegaba, ahí si bajabas, te tirabas del camarote… abusivo.
Como no voy a comer, si ustedes abren la bolsa ahí y ustedes brinda pues… era una cuestión de picar nomás, sería a una falta de respeto de mi parte que ustedes estén allí y yo en otra. El grupo es primero.
Cuando yo me voy a Independiente de Argentina tú te quedaste con Miguel Company, ‘tolerancia cero’....
Cuando llegó me gustó su frontalidad. Me llamó aun costado y me dijo: sabes que Gallardo no te voy a utilizar mucho, si tienes otra opción aprovecha. No había empezado la pretemporada y me adelantó. Así que yo vi que el escenario no era lo ideal y acepté. Busqué otras opciones y me fui al Juan Aurich, vivía en la Residencial Balta. Allá se come muy rico, espectacular, buen clima y estuve seis meses.
Al año siguiente me voy a Deportivo Wanka y el DT era el ‘Cabezón’ Cesar Cubilla. Veía ‘fantasmas’, yo destaqué por mis compañeros estaba el ‘Checho’ Ibarra y Marcio Dos Santos. En un partido con Alianza Lima hago los dos goles del empate en Matute. A la fecha siguiente empatamos en Huancayo y saliendo del vestuario el ‘Cabezón’ me dice: Gallardo usted es un cáncer para mi equipo.
Yo me sorprendí lo busque después para que me explique y no me supo explicar ahí me di cuenta que estaba ‘coca cola’. Luego llega Roberto Mosquera y nos hizo ver que no estábamos haciendo las cosas como profesionales, aceptamos y el equipo levanta. Ese año me convocan a la Selección Peruana. Estaba ‘Pacho’ Maturana y en mi posición estaba El ‘Chorri’ Palacios y el ‘Chino’ Pereda.
El chip me cambió y llegó a Alianza Lima para su centenario y allí había monstruos como Palinha, el ‘Pato’ Quinteros, ‘Manzanita’ Hernández, Ryan Salazar y yo peleándoles a ellos.
¿Cómo festejaron ese centenario de Alianza Lima?
De esa campaña, Pepe Soto fue el gran capitán, como el puma son referentes que te muestran el camino correcto con su experiencia. Te hacen crecer con su experiencia, que hay que ser ambiciosos en la vida. Ese año campeonamos con cuatro jugadores de la ‘U’ junto a Edu (Esidio), Marko Ciurlizza y Eduardo Esidio.
Me fui Alianza Atletico de Sullana y juegos seis meses y en setiembre me sale una oferta para jugar en Georgia (FC Lokomotivi Tbilisi). Después de todo lo que me dijeron sobre ‘salir’, yo dije: me voy, aunque que las condiciones no eran las más favorables. Lo que yo quería era dar el salto a Rusia, que está cerca. Así que dije voy a comerme esos seis meses, par dar el salto.
¿Cómo te fue por allá?
Futbolísticamente me fue muy bien, llegue con el ‘Lobo’ Gonzales Vigil. Estaba chibolito. Yo estaba enfocado y mi empresario tenia ofertas de allá. Lamentablemente sucedió algo para lo que nadie está preparado. Me detectaron un mal en el corazón y tuve que dejar el fútbol profesional.
¿Qué pasó? Cuando clasificamos a la Liguilla y después de un partido comencé a sentir molestias en el corazón en el lado izquierdo, y justo en ese año murió Marcio Dos Santos, mi excompañero en Deportivo Wanka (ataque cardíaco) y tambien un camerunés en la Copa África. Estaba con eso en la cabeza.
Le dije al presidente que quería regresar a mi país para que un cardiólogo me diga que tenía para estar tranquilo y seguir jugando. Me sacó el pasaje de ida y vuelta para que regresara a jugar la Liguilla. En Perú hablé con el doctor Jorge Alva y tuve distintas respuestas. Unos me decían que era emotivo y eso no era. Otros me dijeron que sí había una anomalía y que era mejor parar de jugar.
¿Qué me podía pasar? pregunté si seguía jugando. Me dijeron que por el esfuerzo físico me de un infarto y me muera, lo otro que quede en estado vegetal. Esas eran las opciones en esa época mis hijas estaban chiquitas. Fue como si me ‘cortaran las piernas’, tenía 27 años.
¿Nunca te salió nada en las pruebas médicas aquí en Perú?
En Alianza Lima me dijeron que había que hacer una contraprueba y me dijeron ‘Ok’ pasa y no le tomé importancia. El mal que yo tengo es hipertrofia ventricular izquierda. No soy cardiólogo, pero entendía que era que ante una exigencia física mi corazón no recibía la cantidad de sangre que necesitaba. Después que haga mi vida normal.
¿Cómo fue la decisión de dejar el fútbol, qué te dijo tu esposa?
No estaba preparado anímica, ni económicamente para esto, no era consciente de la realidad y decía: ‘porque a mí’. Pero tuve el respaldo moral de mi esposa, mis hijas y mi familia. Tuve que chapar mis ocho horas, me fui a Estados Unidos, solo. Mis hijas me llamaban y por nostalgia regresé.
Hice la carrera de entrenador y empecé a trabajar en Menores de la ‘U’. dirigí a la ‘U de América’ y jugábamos con la ‘U’ de Andy Polo.
¿Cómo decidiste irte a Japón?
Mi esposa es descendiente de japoneses. Mis suegros ya estaban viviendo allá. En la ‘U’ estaba una época complicada estábamos seis meses sin cobrar. Dije basta de comer ‘Arroz con huevo’. Nos vamos a japón y allá no son ocho, son doce horas de trabajo… El calor y el frío ‘Pican’. Pero uno es ‘Gladiador’ y mientras yo vea mi familia bien voy a meterle…
Después de trabajar buscaba desarrollarme en lo que uno sabe hacer y pusimos una escuela de fútbol para la colonia latina. En un principio quise meterme en el círculo japones, pero es muy complicado, son muy herméticos. Yo he tratado, pero el idioma es una barrera recién después de 16 años salgo a comprar una gaseosa sin compañía.
Ahora estamos de gira por aquí y gracias a las relaciones hemos hecho nueve amistosos con equipos ‘Oro’ de la Federación de donde se nutre la Selección Peruana. Yo quería que los padres de allá vena la realidad y no me digan que hay ‘argolla’. Aquí tiene que ganarte la vida. Ahora ellos se dan cuenta que con el 100 no alcanza.
¿Cómo estás con la familia allá?
A mis hijas las lleve con 8 y 6 años las lleve de una realidad a otra. Una tiene 23 y la otra de 21 años. Mi hija Rafaella si ha venido, pero ella ha nacido allá. La llevé a Oxapampa y quiere venir a vivir acá y va a estudiar creo aquí. Pero le dije: no es lo mismo venir de visita que el día a día, pero quieres hacerlo, hazlo.
¿No necesitaste ayuda profesional con todo lo que te pasó?
Sí sentí que necesitaba ayuda, pero no la busqué. Hasta hace 5 años sentía ese dilema en la cabeza ‘por qué me pasó esto a mí’, pero después te das cuenta que tienes soporte familiar. Gracias ‘al bravo’ tenia a mi familia.
Muchas veces me preguntaron porque no seguí jugando y a pocos les decía lo que me había pasado para no tocar el tema doloroso y tocar la llaga.