05/11/2024

Un matutazo que se hizo esperar: crónica de una ‘U’ imponente sobre un Alianza que se apagó

Hace un año

Un matutazo que se hizo esperar: crónica de una ‘U’ imponente sobre un Alianza que se apagó

Universitario derrotó 2-0 a Alianza Lima en Matute y consiguió. De la mano de Jorge Fossati, los cremas fueron superiores en ambas finales y coronaron un año de ensueño.

Universitario derrotó 2-0 a Alianza Lima en Matute y consiguió. De la mano de Jorge Fossati, los cremas fueron superiores en ambas finales y coronaron un año de ensueño.

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Lo que sucedió en Matute fue un calco de lo ocurrido el sábado anterior en el Monumental. Universitario dominó y Alianza fue dominado. Pero esta vez hubo un gran diferencial: el cuadro crema convirtió los goles que no pudo en su casa. Fue un 2-0 cómodo, que no sufrió apuros ni tuvo complicaciones. Incluso pudo ser un marcador más abultado si no fuese por Ángelo Campos. La ‘U’ fue superior en los 180′ y pisó el campo del rival convencido de su fortaleza. Desde la actitud hasta el corazón, el equipo de Fossati fue mejor en todo sentido y capitalizó sus fortalezas para conseguir su estrella 27.

Pero vayamos al juego. El equipo de Fossati sacó provecho de la inocencia de Mauricio Larriera. El planteamiento de Alianza fue improvisado: el DT blanquiazul colocó un 3-5-2 por primera vez desde que asumió el cargo, guardando a Bryan Reyna, Franco Zanelatto, Aldair Rodríguez y Gabriel Costa en un partido que exigía de sus presencias. Es decir, hizo un experimento sin base científica, que no tuvo pies ni cabeza y que duró poco en el campo. A los 3′, Edison Flores abrió el marcador con un cabezazo en solitario y le cambió los planes a Larriera. Todo ese partido que el charrúa imaginó en su cabeza nunca sucedió, porque el contexto obligó a replantear más temprano que tarde.

Ni fútbol ni inventiva

Alianza nunca se encontró tras el gol: no tuvo fútbol, no tuvo inventiva, no tuvo asociación ni generó peligro. Y jugar así una final fue arriesgado. Confirma que el gol de Costa en la ida fue producto de la casualidad, de la sorpresa por encima de la certeza. Y la ‘U’, con el marcador a favor y el dominio del juego, hizo el partido que Fossati imaginó: manejar la desesperación del rival y acelerar a los espacios para llevarle mayor peligro al arco de Campos. Lo que vino a partir de entonces fue el replanteo de Larriera a línea de cuatro y la sensación de triunfo de Fossati. El ‘Flaco’ tenía a su colega en el bolsillo.

Hubo aproximaciones de la ‘U’ con Piero Quispe, el mejor en ambas finales, y Alex Valera. Al primero solo pudieron detenerlo con faltas y al segundo solo le faltó el gol. Pero el fútbol es así, la crema estuvo cómoda en la cancha y Alianza no supo cómo cambiar el curso del partido. Entró Zanelatto en el primer tiempo y tras el descanso también ingresaron Reyna y Costa. El cuadro blanquiazul mejoró, pero siempre careció de asociación. Nunca encontró el camino a seguir hacia el arco de José Carvallo.

Un Calcaterra colosal

Y cuando parecía que el empate de los locales caía más por corazón que por juego, Horacio Calcaterra disipó cualquier esperanza de remontada. Sobre los 82′, el ‘10′ merengue acarició el balón y lo colocó al primer palo de Campos, totalmente inatajable, como si fuese un poema recitado con sus pies. Golazo para sellar el triunfo crema y confirmar la superioridad sobre Alianza. Ese tanto sepultó al equipo de Larriera. Lo destruyó anímicamente, le dio el golpe de gracia. Y en ese momento de algarabía merengue, ni siquiera el juego brusco del rival pudo apaciguar la efervescencia de sentirse campeón.

Hubo cuatro, cinco, seis minutos de tiempo añadido hasta el pitazo final de Edwin Ordóñez. Y ese sonido del silbato no solo significó el final del partido, también fue el fin de una década sin títulos, el cierre de una pesadilla que acabó diez años después. Universitario, el equipo que fue de menos a más en el año, aquel que se reinventó con la llegada de Fossati, coronó una temporada de ensueño. Lo hizo con garra, con historia, con su gente. Porque la ‘U’ se acordó de ser grande y hoy, a pesar de que le hayan apagado las luces, brilla más que nunca por el éxito de esa grandeza.


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