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El gol lo hizo Aldair Rodríguez, a los 67 minutos de juego, tras un centro de Hernán Barcos. Un tanto que maquilla el pésimo momento futbolístico de un equipo sin ideas en ataque, sin alma para defender y con muchas bajas. Se recuperaron Pablo Sabbag y Jordi Vílchez, pero se lesionaron Jairo Concha y Ricardo Lagos. La imagen del técnico Mauricio Larriera rayando su cuaderno de apuntes de manera ofuscada denota la crisis que hay en La Victoria.
Pese a ello, los blanquiazules ganaron -como lo hacían en el Apertura- y se colocaron en el tercer lugar del Torneo Clausura con 20 puntos, uno menos que Universitario (enfrenta este domingo a Atlético Grau) y a cuatro de Sporting Cristal que esta fecha descansa. Además, volvieron a tomar la punta de la tabla acumulada con 62 unidades, tres más que los rimenses.
Fue un triunfo que pone en pelea a los íntimos. Pero en el juego ha sido quizá una de las peores presentaciones del equipo en este año tan raro para el club: arrancó por los cielos, con fichajes estrellas, pero se fue desinflando al punto de vivir una crisis futbolística que se agudiza cada vez más. Y este es el UnoxUno de Deporte Total.
TABLA DE POSICIONES DEL TORNEO CLAUSURA:
TABLA DE POSICIONES DEL ACUMULADO:
De un extremo a otro: Aldair Rodríguez fue el salvador; Costa, la gran decepción
La producción en ataque de Alianza Lima fue tan mala que en los casi cien minutos jugados (contando los añadidos) solo remataron dos veces a portería. Los otros once disparos pasaron lejos de los tres palos defendidos por Diego Melián. Pisaron el área rival, sí; pero carecieron de ideas para acabar las jugadas.
Larriera propuso un ataque con Aldair Rodríguez por derecha, Christian Cueva por el medio, Gabriel Costa por izquierda y Hernán Barcos como 9. De los cuatro, Costa fue el punto más bajo. Tan malo fue su rendimiento que Larriera decidió sacarlo en el entretiempo e ingresó Bryan Reyna, quien a los 63′ se fue expulsado de manera infantil junto al defensor rival, William Guzmán, por agresión mutua. Poco para hablar del habilidoso extremo que debe controlar sus emociones.
Christian Cueva intentó. De hecho, los mejores momentos -los poquísimos mejores momentos- de Alianza llegaron cuando el volante se inspiró. Sin embargo, hay dos problemas que pasan por él. El primero, que no tiene que ver justamente con su nivel, es que no encuentra socios que le devuelvan un pase al pie. El segundo es que aparece en una jugada y desaparece por mucho tiempo, o baja tanto a pedir el balón que no llega para hacer su trabajo: dar el pase final. También es necesario señalar que debió irse expulsado por doble amarilla, aunque el árbitro, Mike Palomino, consideró que un pisotón suyo, cuando ya estaba amonestado, no merecía castigo.
Hernán Barcos tiene unas de cal y otras de arena. Intenta jugar de espaldas, pero ha dejado de ser ese ‘9′ con calidad de ‘10′ que hacía jugar a sus compañeros. Ha perdido lucidez, aunque cuando la recupera da asistencias como el centro que le puse a Aldair Rodríguez para que anotara el único tanto del partido.
Aldair fue el gran salvador aliancista. Premio totalmente merecido para un jugador dispuesto a tirarse de cara con tal de recuperar un balón. Acabó mal algunas jugadas, pero nunca le faltó las ganas y el empuje que necesita el equipo cuando no le salen bien las cosas.
La defensa: entre el nerviosismo de Amasifuén y la confusión de todos
Fue su primer partido como titular en Matute. Ya tiene seis encuentros en Primera con la camiseta blanquiazul. Pero Nicolás Amasifuén (18 años) es el claro ejemplo de la inmensa brecha que existe entre el fútbol de menores en el país y la primera división. Perdió la posesión del balón doce veces y cada vez que tuvo la pelota en ataque, lanzó un centro que iba directo a la cabeza del rival o se iba fuera del campo. En defensa no pudo con sus rivales, siendo el punto más bajo del equipo.
Del otro lado, Gino Peruzzi tuvo una noche para el olvido. Apenas ganó tres duelos de siete, según SofaScore, y perdió ocho veces la posesión del balón. Intentó sumarse al ataque, pero la falta de compañía para tocar el balón hizo que sus participaciones sean infructuosas.
La dupla Miguez-Vilchez cumplió, pero pasó más de un apuro. Pablo demostró ser el verdadero líder íntimo lanzándose de cara por un balón o dejando la piel en cada jugadas, mientras que Yordi demostró un bajo rendimiento tras volver de una lesión. La falta de ritmo le pasó factura.
En el medio, Josepmir Ballón trató de ser el equilibrio del equipo, pero por momentos se desordenó. Jesús Castillo, por su parte, estuvo impreciso con el balón en los pies y no logró ejercer su juego cuando salió a presionar lejos de su zona.