24/12/2024

Loustau, el argentino que arbitró un clásico peruano en 1991

Lunes 11 de Abril del 2016

Loustau, el argentino que arbitró un clásico peruano en 1991

En 1991 el arbitraje peruano vivía tiempos vertiginosos. La crítica llegó a tal punto en que los jueces renunciaron a seguir pitando en el torneo local y se declararon en huelga. Esa situación obligó a que la FPF pida ayuda a la Conmebol y por eso el argentino Juan Carlos Loustau (padre del árbitro Patricio Loustau) fue designado para dirigir en Lima un jueves 31 octubre el clásico del Regional Metropolitano en su jornada séptima de la segunda rueda.

En 1991 el arbitraje peruano vivía tiempos vertiginosos. La crítica llegó a tal punto en que los jueces renunciaron a seguir pitando en el torneo local y se declararon en huelga. Esa situación obligó a que la FPF pida ayuda a la Conmebol y por eso el argentino Juan Carlos Loustau (padre del árbitro Patricio Loustau) fue designado para dirigir en Lima un jueves 31 octubre el clásico del Regional Metropolitano en su jornada séptima de la segunda rueda.

En 1991 el arbitraje peruano vivía tiempos vertiginosos. La crítica llegó a tal punto en que los jueces renunciaron a seguir pitando en el torneo local y se declararon en huelga. Esa situación obligó a que la FPF pida ayuda a la Conmebol y por eso el argentino Juan Carlos Loustau (padre del árbitro Patricio Loustau) fue designado para dirigir en Lima un jueves 31 octubre el clásico del Regional Metropolitano en su jornada séptima de la segunda rueda.

Juan Carlos Loustau tenía los galones de haber dirigido el Brasil-Chile de 1989, el de la farsa del arquero chileno Roberto ‘Cóndor’ Rojas cuando cayó una bengala en la cancha del Maracaná, o el picante Alemania Federal-Holanda de la Copa del Mundo Italia 90, en la que expulsó a cracks como Frank Rijkaard y Rudi Völler por agresión mutua y por los recordados escupitajos. Era, sin duda, el mejor árbitro de la región y el segundo mejor del mundo.

Este 2016, 25 años después, Juan Carlos Loustau volvió a conversar con El Comercio, tal como lo hizo en 1991 cuando se presentó ante sus colegas peruanos un día antes del clásico y les dijo que él renunciaba a dirigir el partido para que un árbitro nacional lo haga. Pero la medida de fuerza no se levantó.

"Yo vine a arbitrar un partido... nada más", dijo a este Diario cuando aterrizó en Lima dos días antes del partido. Declinó también, "por razón de imagen", un agasajo que le iban a ofrecer dirigentes de Universitario y Alianza Lima.

El argentino fue el tercer juez extranjero en conducir un clásico peruano. El primero fue el británico Charles Dean en la década del 50, mientras que el segundo fue Erwin Hiegger, de nacionalidad austríaca, entre las décadas 60 y principios del 70. Loustau, el elegido para un clásico de entorno complicado en un Estadio Nacional muy mal iluminado, actuó con el mismo uniforme que usó en el Mundial de Italia 90, y lo hizo de manera impecable. Un diario tituló: “El Clásico terminó 0-0, pero lo ganó Loustau”.

¿Tiene algún recuerdo del clásico de 1991 que dirigió en el Perú?

Estoy muy alejado del fútbol y del arbitraje, pero cómo no voy a recordar haber dirigido el Universitario-Alianza Lima si es como un River-Boca o un Peñarol-Nacional de Uruguay. Es uno de los clásicos más importantes y trascendentes de la historia del fútbol de Sudamérica.

Acá se habla mucho que levantaba del césped a los jugadores que se tiraban para simular una falta…

En ese momento las reglas de juego daban más posibilidad que el futbolista comprendiera al árbitro. Hoy es todo vertiginoso, con una rapidez y dinamismo donde muchas veces usted no le puede decir la palabra justa en el momento oportuno a un futbolista para tranquilizarlo o para que realmente se dedique a lo que él sabe hacer que es, jugar.

“Mire las tribunas, estas miles de personas vinieron a ver el partido y no a que usted se esté tirando. Póngase de pie por favor”… ¿Eso les decía?

Por supuesto. ¿Ese no es un razonamiento válido? La cosa era hacerle entender que ellos atraen multitudes, precisamente, porque apasionan a la gente a través del juego. No a través de simular una acción que no existió. Cuando le dice esto a un futbolista, el futbolista responde: “Disculpe”, y se levanta de inmediato. Pero hay que decir que en ese entonces había más espacio y tiempo para hablar con el futbolista. Hoy no hay mucho espacio para hacerle entender al futbolista cuando comete un error como para que se reintegre al juego. Hay menos posibilidad de utilizar la prevención como un mérito conductivo para el árbitro, se hace mucho más difícil.

Han pasado 25 años y muchos lo recuerdan por la lección que dio en ese partido

Cuando fui empataron cero a cero, el partido fue tranquilo, bien jugado, sin inconvenientes. Pero mi arbitraje también se debe a la escuela de los árbitros peruanos de esa época. Yo he tenido enseñanzas enormes de árbitros como Enrique Labó (N.R.: falleció el 2014) y Edison Pérez. Por ejemplo, Edison Pérez dirigió finales de Libertadores, Eliminatorias. Ellos recorrían toda Sudamérica y daban cátedra en el arbitraje. Yo aprendí de ellos porque eran verdaderos maestros.

¿Dejó amigos en Perú?

En ese Alianza Lima con Universitario, los dos jueces de línea que me acompañaron (N.R.: Leo Ramírez y Juan Carlos Hernández) me facilitaron antes del partido muchísima información para poder planificar el clásico. Me dieron datos que me ayudaron una enormidad. La tarea de ellos fue excelente, en lo humano y en lo profesional. Tengo el recuerdo muy grato de estos árbitros que me asistieron y les mando un abrazo enorme. A propósito de usted, aprovecho en saludar a Gilberto Hidalgo.

En el clásico de 1991 destacó la actuación del arquero crema Carlos Marrou. Universitario tenía como figuras a Pedro Requena, Juan Carlos Bazalar, 'Puchungo' Yáñez, Roberto Martínez, Tomás 'Ratón' Silva y Andrés 'Balán' Gonzales. En Alianza Lima atajaba el 'Gato' Purizaga y estaba reforzado con Carlos 'Mágico' Gonzales, Wilmar Valencia, Juan Reynoso, Carlos Basombrío y el brasileño Rosinaldo López.

CONSEJO A LOS ÁRBITROS

Este miércoles 13 de abril, por primera vez en la historia del fútbol peruano, se jugará un clásico sin público cuando se completen los 41 minutos del partido que fue suspendido por el árbitro Henry Gambetta. El encuentro de mayor expectativa de la fecha 10 del Torneo Apertura fue detenido y reprogramado por las bombardas que hicieron detonar los hinchas aliancistas en las tribunas del estadio de Matute.

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Trasladamos esta situación a Loustau: “El ente regulador del fútbol peruano habrá encontrado los elementos como para que se juegue sin público y se ajuste a derecho de acuerdo al informe que hizo el árbitro”.

¿En qué momento cabe aplicar la  frase que usted dejó: "La prioridad del árbitro es entender el juego, no las reglas"?

A ver, permítame rectificarlo: un árbitro de fútbol de altísimo nivel, de élite, que está para dirigir cualquier partido, a cualquier hora y en cualquier lugar, primero tiene que entender el juego que va a dirigir. En segundo plano, saber perfectamente y a cabalidad las reglas de juego. Pero la prioridad es entender el juego que usted dirige. No sirve tener un conocimiento cabal de las reglas de juego si usted no entiende el juego que está dirigiendo. A ver si me entiende: sea rugby, básquet o fútbol.

Eso explica por qué hay árbitros que saben muy bien el reglamento y arbitran mal.

Lo que pasa es que hay una mala interpretación de la realidad. Se asocia al árbitro de fútbol que tiene que conocer cabalmente las reglas de juego. Y eso no es lo prioritario porque se ignora que hay que saber las reglas para aplicarlas en tiempo y en forma de acuerdo a lo que sucede en un campo de juego. Porque si no usted se queda con el conocimiento de las reglas de juego y no sabe o entiende el juego que está dirigiendo. Entonces en las decisiones que está tomando, al no conocer el juego, aplica mal las reglas que sabe.

¿Cuándo detectamos que un árbitro no entiende el juego?

Por ejemplo: un arquero cuyo equipo va perdiendo tiene el balón por siete segundos, cuando la regla indica 6 segundos, y como ya vulneró la regla el árbitro le cobra un tiro indirecto. Entonces, no está entendiendo el juego que está dirigiendo. Las reglas del Board Internacional (encargado de definir las reglas del fútbol a nivel mundial) hay que saber interpretarlas. Por eso hay árbitros muy buenos, de excelencia, que pueden dirigir cualquier partido y otros que no pueden estar a ese nivel. Usted me puede recitar de memoria las 17 reglas de juego y eso no garantiza que sea un árbitro de excelencia. Arbitrar es arte y ciencia, no es ser un sopla pito o un sacador de tarjetas. En menos de un suspiro puede cometer un error gravitante en un partido y arruinar todo lo bien que venía haciendo.

Juan Carlos Loustau tiene actualmente 68 años y vive en Temperley, provincia de Buenos Aires. (Captura de imagen)

LAS GRANDES ANÉCDOTAS DE LOUSTAU

¿Qué fue lo más impactante que le pasó en una cancha?

Estuve en la bengala del Brasil-Chile de 1989, en el Maracaná. Cuando dirigía un partido en el torneo argentino estalló la Guerra de Las Malvinas; el gol de Perazzo, y cómo olvidar el Alemania-Holanda del Mundial Italia 90. Tengo muchísimas.

¿Cómo fue lo de la Guerra de Las Malvinas?

El 2 de abril de 1982 Estudiantes ganaba 1-0 a Quilmes y por los altoparlantes anuncian que había comenzado la guerra con los ingleses. Y yo paré el partido. Escuchar eso para mí fue un shock. Los jugadores del equipo que perdía venían a decirme que en ese momento estaban presionando sobre el adversario y que podían empatar, que el juego tenía que seguir. Y yo les dije: “Ustedes tienen la opción que mientras nuestro país está en guerra, ustedes están jugando al fútbol y hay soldados jóvenes de 20 años que están jugando su vida por ustedes. ¿Y están privilegiando empatar un partido? Yo estoy privilegiando a mi patria y a la gente que nos está representando. Les pido el favor de retirarse. El partido se va a reiniciar cuando yo lo disponga”. ¿Se da cuenta por qué el reglamento es solo una guía?

¿Por qué le dio la mano a Walter Perazzo cuando anotó un golazo desde media cancha?

¡Y, porque fue un golazo! Lo tenía al lado y le di la mano. En ese momento me llamaron la atención los directores de la escuela, me dijeron que no debía hacerlo más. Y yo les dije que el futbolista es un ser humano igual que nosotros y si tanto buscamos el ‘Fair play’, el felicitar a una persona por una buena acción, no es más que un merecimiento a su distinguida acción.  Por qué no le puedo dar la mano si no estoy cometiendo ningún delito. 


Ver noticia en El Comercio: DT

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