El fútbol es un estado de ánimo. Y Melgar, desorbitado en los últimos meses, ha recobrado el norte. El pragmatismo, la confianza y la bravura. Cristal se hizo añicos frente a ellos en las semifinales. Y hoy pareciera que la crisis nunca existió y que el cargo de Pablo Lavallén nunca estuvo en discusión. Así de volátil es este subibaja.
La ventaja es para Alianza Lima que no ha tenido que subir y bajar metros altitudinales y, además, ha contado con el tiempo para recuperar a Hernán Barcos de una lumbalgia leve, según sus palabras.
Los íntimos no han estado de vacaciones y tampoco ha pasado demasiado tiempo desde su último partido, hace una semana y media, como para decir que han perdido ritmo futbolístico. Pero Melgar, a pesar del trajín, ¿no se encuentra en su pico de rendimiento acaso?
Si Cristal les hubiera hecho más pelea, quizá Lavallén tendría algunas dudas para bosquejar su once. Pero su once lo sabemos todos de memoria. No faltará nadie.
En este último tramo, a la figura de Bernardo Cuesta se ha sumado la de Luis Iberico, un delantero que parte de extremo, pero que ha anotado todos sus goles de la temporada en el área. Y el argentino Orzán se ha consolidado como el mejor volante de marca del año.
El ‘Dominó’ es sólido línea por línea. No es vistoso, pero posee acaso la cualidad más preciada de este deporte: la efectividad. No te causa cosquillas, Melgar, te liquida.
Alianza Lima, por su parte, se ampara en lo bien que les ha ido en la altura ante Cienciano y Ayacucho, pero también en el antecedente más reciente ante el ‘León del Sur’: en setiembre los vencieron con tantos de Barcos y Pablo Lavandeira, el volante blanquiazul que marca, asiste y anota. Claro, esa victoria fue en Matute. Pero aquella vez, el ‘Pirata’ Barcos se jugó un picnic con Galeano y Deneumostier.
Valenzuela sería titular para plantear un partido más friccionado en el medio. Melgar no inventará nada: tratará de sacar la máxima ventaja para contragolpear en Matute.
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