Luego de haber recorrido los fabulosos lugares de Amberes, su plaza, iglesia, calles y por supuesto, sus salsotecas a las que iba con mis amigos Andrés Mendoza, Aldo Olcese y un grupo de amigos peruanos que radican en la zona no podía dejar de visitar el Barrio rojo de la ciudad. Sin duda, 19 años después, paseo por la ciudad con otra mirada, en ese tiempo era un joven que me quería comer el mundo, vivía intensamente, hoy, veo y vivo la vida con mucho aplomo, producto, del pasar de los años y la experiencia que uno recoge con cada circunstancia vivida.
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Primero recorremos la ciudad acompañado por mis amigos Carlos Reyna, Carlos Sergio Lachira y el ‘Huachano’ Lara. En cada lugar una anécdota por contar y recordar por lo que mañana se hace amena. Luego almorzamos unos ricos tallarines con langostinos en un restaurante turístico recomendado por mi amigo Carlos Reyna para cerrar la primera etapa de nuestro paseo. Reyna se despide para seguir con sus labores y nosotros nos quedamos al mando del siempre dispuesto Sergio.
La Zona Roja de Amberes
La ciudad de Amberes tiene como uno de sus puntos de atracción turístico su Barrio rojo. Es un lugar que todo turista debe conocer si está por estos lares. Es imperdonable no pasar por esa zona ya que está en el mismo corazón de la ciudad, del centro, es un lugar legal y bien cuidado por la policía.
Quizás algunos no sepan de qué estoy hablando. La Zona Roja es Amberes es el lugar donde están las chicas que se dedican al oficio del placer, como dicen. Es un lugar designado para que mujeres de todas partes del mundo trabajen de forma segura.
Mi amigo Sergio Lachira me dice: ”Vamos, para que veas lo moderno que ahora luce la Zona Roja”. Los tres, junto con el ‘Huachano’ José Lara, quien visita por primera vez estos lares; seguimos nuestra ruta. Efectivamente, cruzamos una calle y nos encontramos con ese ambiente de mujeres con mucho glamour. Las cosas como son. Así como se ve en las películas, pequeñas vitrinas en las que mujeres de distintas partes del mundo, que en primera instancia parecen maniquíes, lucen su belleza para atraer a los caballeros visitantes. Siempre con coquetería y dispuestas al diálogo si el visitante se muestra interesado.
UN PERUANO EN LA ZONA ROJA
Poco a poco nos internamos en el corazón de ese ambiente, seguimos nuestro recorrido hasta que de pronto le pasan la voz a Sergio Lachira. Un peruano lo saluda amablemente y no tardó en reconocerme. “Cuto, ¿qué haces por acá?”- me pregunta mientras comenzamos una charla rápida.
Me dijo que era seguidor de mi programa La Fe Cuto y me dio detalles que solo los conocen los verdaderos seguidores de mi programa. Impresionante. Acto seguido ‘George Chaveta’ (Así lo llamaremos para nos revelar su nombre), me pide una foto para que quede de recuerdo del encuentro.
Él nos da detalles de su vida en Bélgica y nos confiesa muy orgulloso y alegre que trabaja en el Barrio rojo desde hace 15 años, aproximadamente. Conforme conversamos, nos da detalles de su cómo funciona este ambiente ajeno a nosotros. “Me siento contento de trabajar acá, este lugar es seguro y legal, cuenta con seguridad de la policía las 24 horas, cámaras de seguridad, no solo es seguro para los visitantes sino que también lo es para las personas que trabajan aquí”, nos va relatando ‘George Chaveta’.
“Acá encuentras chicas de todas partes del mundo para todo tipo de gusto y mi rol es brindarle, digamos, un soporte logístico de sus necesidades como desayuno, almuerzo, cena y todo lo que te puedas imaginar sobre sus servicios y necesidades”, agrega.
El ‘Huachano,’ siempre atento a la conversación, aprovecha un momento de pausa y le hace la pregunta del millón a ‘George Chaveta’: “¿Acá hay los denominados cafichos?”. La respuesta de nuestro compatriota es categórica: “No, acá no hay cafichos como lo denominan en Perú. Acá las mujeres cuando vienen a trabajar tienen que demostrar con papeles que ese hombre es su esposo. Nadie más puede acercarse a ellas en ese aspecto”, nos cuenta nuestro compatriota.
Finalmente, ‘George’ señala otros detalles de su vida en la Zona Roja. “Trabajando acá aprendí a hablar cinco idiomas. Es que acá vienen chicas de todas partes del mundo. Acá hay un control legal, médico, riguroso para que una persona empieza a trabajar en la zona. Es por seguridad de ellas y también de los turistas”, precisa.
Nuestra visita a la Zona Roja termina ya que el teléfono de ‘George Chaveta’ no para de sonar ante los múltiples pedidos de las señoritas, él tiene que seguir con su labor y nosotros con nuestro recorrido por la ciudad. Nos despedidos con un apretón de manos y nosotros nos vemos el próximo lunes.