Raúl Ruidíaz se ha dado una buena noticia: no va a Tailandia. No viaja ni analiza más. No traduce contratos ni hace números millonarios. Con tanto misterio como el día en que anunció su posible vínculo al fútbol de ese país, ahora retrocedió. Y se queda en la ‘U’ que es, sencillamente, su lugar en el mundo.
¿Es una buena noticia? Sí. Ruidíaz seguirá jugando en un club que lo potencia y con el que tiene, desde siempre, una relación de mutuo afecto y necesidad. Desde que jugó su primera final en 2009 y mandó ese tiro al palo, Ruidíaz hace los goles que a la ‘U’ le urgen –en la Sudamericana 2011, en el título 2013, en la crisis del 2015- y la ‘U’ le paga lo que Ruidíaz quiere, a veces demasiado para un club con deudas de más de 200 millones. No hay club peruano que se haya portado tan bien con él como Universitario. Y no hay club que haya ganado tan poco dinero con sus traspasos que la ‘U’.
¿Es buena la carrera de Ruidíaz? La local es indiscutible (completa 72 goles con la ‘U’ en toda competición, una media de 14 por cada año que jugó), pero la internacional es una incógnita. Existe la sensación de que cada decisión de cambio que tomó pasa por el justo y polémico factor económico: se fue de la Universidad de Chile por eso y no porque Sampaoli se hubiera opuesto a que renueve (Coritiba compró el pase pero jugó poco y nada) y tras romper con los brasileños, optó por seis meses en un Melgar que lo alejó del área y lo convirtió en el Ruidíaz menos Ruidíaz que hemos visto (5 goles en 20 partidos). Cambió de agente pero no de destino.
La última palabra siempre fue de Ruidíaz, es verdad, pero la salida a Tailandia a los 25 años solo hubiera ratificado la influencia de un entorno que ha hecho parecer su carrera más discreta de lo que debería ser. Hoy Ruidíaz es feliz en un lugar que lo quiere y donde podría mudar sus sillones mañana mismo. Lo real también es que con los años, los goles locales se gritarán menos y los extranjeros se necesitarán más. Y siempre quedará la pregunta sobre su vigencia en una liga más competitiva que la nuestra. Sobre todo, porque tiene argumentos. A su exitosa historia local le falta ese capítulo.