Han pasado 34 años desde que Jorge Araujo Sánchez llevó de la mano al menor de sus cuatro hijos al ‘Lolo’ Fernández como regalo de cumpleaños para probarse en Universitario. Han pasado ocho años desde que publicó un libro flacucho, de 56 páginas, sin el respaldo de ninguna editorial ni el eco de la gran prensa. Y ha pasado casi una semana desde que ‘Coco’, el protagonista de su obra, se convirtió en el entrenador del equipo por el que se desvive su familia, y gran parte del país.
MIRA: La primera peruana que jugó la Champions buscará brillar en la Copa América 2022
El tiempo es un huracán al que le sobreviven los recuerdos. Y los más significativos en la vida de Jorge Araujo Sánchez llevan una vocal y están pintados de un solo color.
Es la mañana del último viernes, y Jorge nos recibe en su casa de Los Olivos, con un café y una camiseta histórica: la ‘3′ que usó ‘Coco’ en la inauguración del estadio Monumental el 2 de julio del 2000. Alguna vez un coleccionista le ofreció mil soles por ella, y él le respondió con un suspiro.
A los 77 años, lo que más le interesa a este hombre huesudo de bigotito blanco es dejar algo más que un trazo sobre la arena de su paso por el mundo. Promotor del ciclismo, la gimnasia, el vóley y los monumentos históricos, Jorge pasa sus días pintando paisajes en losetas, y escribiendo breves crónicas que envía religiosamente a su promoción de colegio (José Carlos Mariátegui, 1962) por WhatsApp, esa aplicación que no solo sirve para mensajes de voz que pudieron ser una llamada.
El lunes por la noche, cuando ya se había oficializado la salida del uruguayo Álvaro Gutiérrez, Marthita, la compañera con la que cumplió 50 años de casados el 15 de abril, recibió una llamada. Era ‘Coco’ que, con parquedad, le contó que los directivos de la ‘U’ lo habían designado como el entrenador interino del club. ¿Y tus chicos de la Reserva?, le preguntó mamá. “Me da pena por ellos, pero voy asumir el reto”, dice que le respondió.
Jorge, que suele conversar seguido con ‘Coco’, mantuvo distancia. “He preferido esperar un poco. Creo que es lo más prudente”, dice. Desde que es el técnico de la ‘U’, su mayor hincha ha optado por guardarse sus felicitaciones hasta después del primer partido, esta tarde ante Sport Boys en el Monumental.
Él más que nadie sabe que su camino en el fútbol ha sido una montaña cuyo único arnés ha sido la confianza de su familia. ‘Coco’ no nació con el talento para devolver paredes, introducir el balón entre las piernas de su rival o sombrear a los arqueros. En su primera prueba para entrar a Universitario no lo escogieron. Y más de un impertinente le auguró un futuro muy lejos del fútbol. Pero los técnicos fueron cambiando de parecer a medida que el central crecía en estatura (y en convicción).
“‘Coco’ ha sido titular siempre. Es increíble, un jugador con tantos defectos técnicos. Además, tenía un perfil bajo que no lo ayudaba. Pero él nunca dejó de esforzarse, y mira hasta dónde ha llegado”, cuenta Jorge. Su historia es una lección de disciplina, una palabra menos atractiva que el talento, pero acaso más valiosa.
En el 2014, luego de sentir que se moría por varios problemas de salud, consumó su máximo anhelo de escritor autodidacta: “El triunfo de la perseverancia” (iba a llamarse “No hay nada imposible”). Gastó menos de 500 soles. Lo ayudaron dos hinchas cremas como él: el dueño de una imprenta en el jirón Caylloma y su diseñador. No tenía más pretensiones que tenerlo entre sus manos, acariciarlo, y dárselo a ‘Coco’.
Pero en el 2017, a raíz de una publicación en un diario local, la Banda de Odriozola, una comunidad de fanáticos de la ‘U’, descubrió el libro. Se reunieron con él, le expresaron su admiración, y lo llevaron al ‘Lolo’ Fernández para presentarlo. Vendió 50 ejemplares. En estos ocho años, Jorge Araujo ha regalado alrededor de quinientos libros. Le quedan otros quinientos en su casa.
Allí narra cómo Víctor ‘Pichicho’ Benavides, exjugador de la ‘U’ y Sport Boys, le dio una segunda oportunidad en la ‘U’, a los nueve años. Los primeros partidos de ‘Coco’ como suplente en el equipo B de los menores. La ocasión en la que se puso a llorar luego de haber jugado un minuto y no haber tocado el balón. La bronquitis por la que un doctor le aconsejó renunciar al fútbol, y a la que su padre se opuso, con un brebaje de ajo, kión y cebolla que le dio durante cuatro años. Su debut en Primera en 1998, a los 18 años. Y hasta el glorioso tricampeonato en el 2001, haciendo dupla con Edson ‘Cheta’ Domínguez, otro soldado ejemplar.
De vez en cuando, Jorge Araujo ingresa a Facebook y se pone a leer los comentarios que despierta el libro, con un pañuelo en la mano: “Cómo quisiera tener un papá como el papá de ‘Coco’”, “Si tengo un niño haré lo mismo”, “El ‘Coco’ se fajó siempre. Esta historia me ha hecho llorar” son algunos de ellos.
“Mi vida ha sido así también. Para lograr algo me ha costado mucho”, dice Jorge, quien ha sido desde vendedor de material eléctrico hasta vendedor artículos de Navidad puerta por puerta. Su muchacho lo ha conseguido: es el nuevo entrenador de Universitario. Que dure lo que tenga que durar. Ellos ya triunfaron.
Ver noticia en El Comercio: DT