Mientras Edwin Oviedo, presidente de la Federación Peruana de Fútbol, repetía en declaraciones a RPP que no pensaba renunciar a su cargo en la Videna, desde Uruguay se confirmaba una noticia en similar contexto: el presidente de la AUF, Wilmar Valdez, renunciaba a su cargo y a la posibilidad de ser reelecto ante la inminente publicación de un audio del directivo charrúa donde podría evidenciarse un comportamiento fuera de lo ético. Valdez demoró solo un fin de semana en tomar la decisión, a Oviedo lo seguimos esperando.
Los audios escuchados en los últimos días, como bien comentó el periodista Gustavo Gorriti, son indicios que están abriendo puertas para diferentes investigaciones. Y Edwin Oviedo ha sido involucrado con dos personajes que serán sometidos en los próximos días a varias pesquisas: el juez César Hinostroza, a quien la Fiscalía de la Nación ha denunciado constitucionalmente, y el empresario Antonio Camayo, detenido la madrugada del domingo por su participación como coordinador y apoyo logístico de la organización criminal Los Cuellos Blancos del Puerto, que operaba con funcionarios del Poder Judicial acusados de corrupción.
“No voy a renunciar porque no hice nada indebido”, ha repetido Oviedo ayer y tiene derecho a esa presunción de inocencia. Sin embargo, con los indicios que se han ido propalando en los últimos días, lo mejor para la salud deportiva e institucional de la FPF es que el directivo demuestre que no ha cometido delitos de tráfico de influencias fuera de la federación. Es decir, que se aleje de Videna mientras terminan las investigaciones, sobre todo a Hinostroza y Camayo.
Aunque Edwin Oviedo no quiera reconocerlo, su presencia en el cargo ha perdido legitimidad por cuestionamientos, por ahora, en el terreno de la ética. Su defensa tiene que estar lejos del fútbol. Durante las entrevistas que le hicimos en su período, este directivo aseguraba que se habían instaurado las bases para el correcto funcionamiento administrativo de la FPF, que ya no todo dependía de una sola cabeza como en el período de Manuel Burga. Y si todo esto es cierto, que un presidente tome distancia temporalmente no debería alterar las funciones de un director deportivo como Juan Carlos Oblitas, quien tiene la misión esta semana de buscar la renovación de contrato de Ricardo Gareca. Como Valdez en Uruguay, lo que se necesita en la Videna –que vuelve a abrir sus puertas hoy– es una decisión rápida y sin medias tintas para devolver el clima de estabilidad.
Ya no más comunicados en redes sociales ni entrevistas para repetir el mismo discurso sin una sola intención de autocrítica. A Edwin Oviedo, en el plano deportivo, le hemos reconocido algunas decisiones importantes como sostener el proceso de Ricardo Gareca o darle todo el apoyo logístico al Plan Centenario de Menores. La otra decisión que podría ser importante para el balompié nacional es que Oviedo dé el paso al costado mientras soluciona sus temas legales al cien por ciento. Si esto ocurre, desde la prensa deportiva toca vigilar que los directivos entrantes (Franklin Chuquizuta sería el relevo natural) continúen con todo lo avanzado y que sumen antes que destruir (Licencias y Plan de Menores deben seguir su curso). Oviedo debe tomarse una pausa no solo para convencer a Gareca de que se quede, sino para que volvamos a escribir sobre la Federación Peruana de Fútbol solamente en las páginas de deportes.