Por Manuel Bulnes
Fue en el año 2007 cuando Ricardo Gareca llegó por primera vez a trabajar en Perú. Yo tenía 18 años y no conocía nada de su trayectoria; no sabía que fue un gran delantero, no sabía que gracias a un gol de él no clasificamos a México 86, menos aún, que a pesar que lo merecía no lo llevaron al Campeonato Mundial mencionado.
Recuerdo que en poco tiempo logró que Universitario juegue muy bien en lo colectivo y potenció individualidades inusitadas en el fútbol peruano, como el llamado “Riquelme de los pobres” en el año 2008, Donny Neyra. Soy sincero en decir que me sorprendió ver un equipo tan explosivo y ordenado como ese Universitario del 2007 – 2008.
En el año 2015, regresó a nuestro país tras un gran desempeño en Vélez Sarsfield, modestia aparte, sabía que era una buena opción. Tuve la corazonada que iba a repetir lo que logró con Donny Neyra, pero ahora (salvando diferencias) con Farfán o Guerrero.
Sin embargo hoy, luego de muchos años, entiendo realmente quién es Ricardo Gareca, no lo veo solo como un Director Técnico sino también como un líder, y no cualquier líder, él es un líder trascendente.
El líder trascendente saca lustre al famoso dicho “las palabras mueven pero el ejemplo arrastra”. Y eso es lo que hace Gareca. Es un verdadero ejemplo.
El ejemplo es de importancia crucial, es el medio por excelencia para educar en valores y el único camino para efectuar el liderazgo trascendente.
Un líder trascendente debe tener muchas virtudes. Una de ellas es poder comunicar y concientizar una misión, un objetivo. El asume la meta y el proyecto con un compromiso genuino, en consecuencia, logra también el compromiso de su equipo; hace que lo sigan porque le creen y porque confían en él.
Josep Tàpies, famoso profesor de Dirección General en el IESE, comenta que la única manera que el líder se gane la confianza de su equipo, es interesándose por ellos, por sus necesidades, por su crecimiento y desarrollo. Tàpies, en un artículo de su blog menciona esta arrolladora frase: “El líder trascendente se preocupa por las personas y eso se nota y lo notan quienes trabajan con él”.
Todo lo anteriormente expuesto, sin duda me hace pensar en Gareca, en su gran aporte al futbol peruano; repotenciando técnicamente a los jugadores, en cómo se ganó el cariño, el respeto y la admiración de todo un país.
Ricardo nos llevó al Mundial no sólo con su estrategia táctica, sino con su humildad, con su ejemplo, con su estilo de liderazgo que genera nuevos líderes; gracias a eso ahora tenemos lo que hace muchos años no teníamos, líderes dentro de la cancha como Cristian Ramos, Renato Tapia y el indiscutible Paolo Guerrero.