Ganar es el mejor remedio. Indiscutible. Después, si la realidad gusta a medias, del todo o poquito, es otro cantar. Nacional venía de dos partidos sin poder hacerlo –empate con Estudiantes de La Plata por la Copa Libertadores y caída con Progreso por el Torneo Apertura– y necesitaba volver a los tres puntos de la misma manera que el molino quiere al viento. La ocasión se presentaba, al menos, compleja, porque tuvo de rival a Defensor Sporting, siempre complicado. Con actitud y buen juego por momentos, marcado por la intensidad tanto para defender como para atacar, Nacional venció 2-0 y mira con tranquilidad lo que le tocará el jueves: Santos, de Brasil, en San Pablo, por la segunda fecha de la copa.
Alexander Medina, entrenador tricolor, tendrá un lindo desafío en estos días para armar el equipo que jugará por el sueño paulista. Un desafío autogenerado, si se quiere, porque manejar formaciones distintas para uno y otro torneo es cosa (y logro) de él. Un desafío de los lindos, también, porque alternar sistemas tácticos y jugadores no es cuestión de geometría ni de cambiar figuritas.
Tendrá una semana para idear el equipo, porque si antes Medina sabía qué once iba para el Apertura y qué otro para la Libertadores, ahora no está del todo claro: en el partido con Defensor, Nacional puso –digamos– la alineación copera. Tal como dijo el director técnico en la conferencia de prensa pospartido, sus decisiones dependerán de las evaluaciones físicas que se hagan a partir de hoy. A propósito de los riesgos físicos, Diego Arismendi fue reservado por tener una sobrecarga muscular; pensando en cambios, el bolso sabe que no podrá tener a Jorge Fucile en la copa por suspensión.
La versatilidad de Nacional fue importante para ganarle a Defensor. Arrancó jugando con un esquema de 4-4-2, con Gonzalo Bueno –como antes, cuando era una especie de segunda punta– y Gonzalo Bergessio como delanteros y Carlos de Pena, pero en el correr del primer tiempo pasó a un 4-3-3 bien definido con estos tres como puntas, dos por afuera y el argentino en el medio. Con ese cambio posicional los tricolores fueron más verticales y, al poco rato, lograron poner el 1-0: De Pena se la pasó a Fucile, este tiró el centro y Bergessio la metió de cabeza a los 32.
Mucha agua pasó entre el 1-0 y el 2-0 definitivo. Defensor estuvo lejos de su mejor versión. No anduvo en la habitual sintonía de la mitad de la cancha hacia arriba, sobre todo porque Matías Cabrera tocó poco la pelota –mérito de Nacional, en parte–. Ayrton Cougo no repitió actuaciones anteriores –y encima se fue expulsado otra vez– y, sin uno ni otro, a Germán Rivero y a Facundo Castro les llegó poco fútbol.
Entre el 1-0 y el 2-0 pasó otra cosa: la confirmación del jugador completo que es Christian Oliva. El volante central jugó muy bien, hizo un gran partido porque marcó y quitó, y porque, además, siempre la pasó bien, ya sea en corto o en largo. Precisamente, de su pie vino la asistencia para que Bueno sentenciara el partido en el minuto 75.