22/12/2024

¡Prendan las alarmas! Paco Casal y Daniel Passarella están cerca

Jueves 04 de Enero del 2018

¡Prendan las alarmas! Paco Casal y Daniel Passarella están cerca

“Casal es una persona que cualquier uruguayo te diría que lo vincula a algún tipo de mafia. Andá a saber cuál: del fútbol, del juego, o la de la política, o a lo mejor un poco de todas ellas”, dijo Jorge Lanata.

“Casal es una persona que cualquier uruguayo te diría que lo vincula a algún tipo de mafia. Andá a saber cuál: del fútbol, del juego, o la de la política, o a lo mejor un poco de todas ellas”, dijo Jorge Lanata.

La Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) es, por largo, la entidad más desacreditada del deporte nacional, pese a los certificados de ‘buena conducta’ que dicen haber recibido de la FIFA (¿Y quién le cree a la FIFA después de los escándalos de corrupción?). La gente que sigue el deporte se pregunta cómo y con qué autoridad pueden haberse hecho de los cargos directivos los mismos que por 17 años guardaron silencio y nunca vieron nada irregular en la administración de Luis Chiriboga y con su silencio cómplice (también el de algunos periodistas) lo dejaron hacer y deshacer a su antojo y tejer la trama de corrupción.

En lugar de colocar el rabo entre las piernas los compañeros de Chiriboga se han empeñado en echar más sospechas sobre el manejo institucional. La prueba más palpable es el contrato “confidencial” de cesión de los derechos de televisión del campeonato nacional de fútbol suscrito con GolTV, la empresa de Francisco Casal, un magnate de los medios y representante de jugadores muy desacreditado, al punto que en una reunión de la Conmebol, su presidente, el paraguayo Alejandro Domínguez, reprendió a todos los dirigentes: “Se acabó. Acá ya no hay lugar para trampas, no hay lugar para los Burzacos, los Jinkis o los Casales. Acá vamos a hacer las cosas de forma abierta y transparente, con procesos competitivos basados en méritos, y diseñados por profesionales para optimizar los ingresos del fútbol sudamericano y asegurar que la plata llegue al desarrollo del fútbol en lugar de quedar en manos de intermediarios inescrupulosos como antes”.

Domínguez denunció que Casal había incumplido un contrato con la Conmebol: “Tenemos una empresa como GolTV que tiene contratos con la Conmebol de 10 millones de dólares, pero que en su segundo año ya no cumplió”. Esto lo decía el 26 de julio del 2017. Al día siguiente la FEF publicó un comunicado en el que defendía la propuesta de Casal para el balompié nacional. Y hay más. Alejandro Burzaco, empresario argentino que se convirtió en delator de la corrupción en el fútbol sudamericano, en la que él participó como repartidor de sobornos, ante los jueces de Nueva York, el 14 de noviembre de 2017, dijo que Francisco Casal “tenía experiencia en dar coimas a todos los oficiales de la Conmebol para ganar los derechos de la Libertadores y la Sudamericana. Por esa razón, Torneos y Competencias (la empresa de la Burzaco en la que era director) acordó incrementar los sobornos a favor de las federaciones de Colombia y Ecuador, para con eso descartar a Casal”.

Carlos Villacís, presidente de la Ecuafútbol, entidad que hoy es socia comercial de Casal, alegó que no conocía las revelaciones de Burzaco, pese a haber sido publicadas en todos los medios del planeta. Y agregó: “Este tipo de declaraciones deben sustentarse con pruebas. Ahora hay que ver qué decide el juez correspondiente (...). No nos podemos adelantar a algo que no sabemos. Todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario”.

Pero tanta inocencia de Casal y Villacís no ha sido aceptada por algunos ecuatorianos. Francisco Zambrano, del Comité Ecuatoriano de Derechos Humanos, demandó a la FEF alegando que el contrato con GolTV es inconstitucional y pide que se haga público, lo que Villacís ha resistido alegando que este documento, suscrito por una entidad de Sistema Deportivo Nacional, sujeta a las leyes del país, es “confidencial”.

Pero las alarmas sobre las verdaderas intenciones de Paco Casal ya se encendieron. El propio Villacís ha reconocido públicamente que ha tenido contactos con el representante del argentino Daniel Alberto Passarella, exentrenador de fútbol, exjugador, exdirigente y hombre de toda confianza del empresario. Se trata de una maniobra que podría abrir el camino para consolidar las intenciones de Casal de adueñarse de todo el balompié ecuatoriano. Los antecedentes avalan esta afirmación. Vamos a contar la historia para que los dirigentes y periodistas decentes frenen esta intención perversa.

En 1994, Casal se hizo de los derechos de televisión del certamen uruguayo de fútbol creando Torneos y Competencias Uruguay, socia minoritaria de su similar argentina de la que Alejandro Burzaco era el hombre más poderoso. En 1998 formó Tenfield, otra empresa con la que pasó a ser el dueño de los derechos y el hombre más poderoso del balompié charrúa. “En medio de la asamblea (de la Asociación Uruguaya de Fútbol) irrumpieron Casal y sus socios, Enzo Francescoli y Nelson Gutiérrez. La puerta de la reunión se abrió de forma intempestiva. Casal empezó a los gritos a señalar uno por uno a los directivos que votaban en contra”, narran en el libro Figueredo. A la sombra del poder, los periodistas Diego Muñoz y Emiliano Zecca, Así logró Casal los votos para la oferta de Tenfield.

Así empieza Paco Casal. Primero toma los derechos de televisión en un país (ya lo hizo en Uruguay, Perú y Ecuador). Luego le impone un entrenador que es, a la vez, su empleado.

El mismo 1998 Casal advirtió que vender la imagen de la selección con un técnico de poca fama internacional impedía un buen resultado de sus millonarios negocios. Empezó entonces su ardid de instalar en la banca de la selección a un amigo suyo, el argentino Passarella, campeón del mundo como capitán del seleccionado albiceleste en 1978 y de discreto paso como entrenador de su país. En 1999 Casal, dueño de un poder omnímodo. nombró a dedo a Passarella como DT de Uruguay y su firma Tenfield le pagó parte del sueldo (600.000 dólares por año). En ese ciclo eran Casal y Tenfield, que poseían el monopolio de la TV del fútbol charrúa, y no la Asociación Uruguaya los que enviaban la lista de convocados a los clubes.

En todas las fichas biográficas de Casal también queda al descubierto la imagen deteriorada que posee en el mundo del balompié: “El hincha lo asocia a campeonatos digitados, descensos anunciados y arbitrajes dudosos”, dice una de ellas.

Así empieza Casal. Primero toma los derechos de televisión en un país (ya lo hizo en Uruguay, Perú y Ecuador). Luego le impone un entrenador que es, a la vez, su empleado. Se apropia de la representación de la mayoría de los jugadores, digita las convocatorias a los partidos de la selección dando preeminencia a los futbolistas que él representa y aplasta a todo el que se opone, sin reparar en los medios. Lo hizo con el prestigioso periodista argentino Jorge Lanata, quien iba a presentar un programa en el que abordaba las aristas siniestras de Casal. El programa salió al aire, pero fue el último del periodista en Montevideo. “Casal es una persona que cualquier uruguayo te diría que lo vincula a algún tipo de mafia. Andá a saber cuál: la mafia del fútbol, o las del juego, o la de la política, o a lo mejor un poco de todas ellas juntas”, comentó Lanata al sitio Perfil.com.

Se sienten pasos de animal grande. Casal y Passarella caminan por la alfombra roja que le ha tendido la FEF. (O)

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