Quería Jefferson Farfán, su ansiedad por demostrar que merecía volver era evidente. El jugador del Lokomotiv de Rusia fue un concierto de buenas intenciones, pero aún a varios kilómetros de distancia de ese hombre peligroso que casi siempre nos traía el gol en su equipaje de mano.
Recostado como extremo izquierdo, una posición que conoció hace más de diez años en el PSV de Guus Hiddink, Jefferson intentó asociarse con Cueva o ser el servicio que Ruidíaz tanto necesitaba. Hizo el desgaste, no solo puede condenar por poco esfuerza, sin embargo no alcanzó para el desequilibrio al tener muchas veces problemas con la marca boliviana.
Este Farfán de 33 años ha perdido un poco de velocidad y fuerza. Todavía puede aportar a la selección, eso nadie lo discute. Quizá si mantiene esa acumulación de minutos con el Lokomotiv puede recuperar el terreno perdido para la última fecha doble de estas Eliminatorias.
Además, con casi 17 meses fuera de la selección peruana, Farfán también ha perdido algunos automatismos decisivos para romper líneas por la banda. Ha perdido la conexión con Cueva, tenía que hablar mucho con Ruidíaz para entenderse y prácticamente vivió su primera vez tratando de asociarse con Trauco por izquierda. Farfán es un viejo conocido con la camiseta de la selección, anoche por ratos fue un extraño que ha estado mucho tiempo fuera.
¿Debe jugar Jefferson Farfán en Quito? Para responder eso primero debemos tener la certeza si Yoshimar Yotún podrá volver luego de acusar una contractura en la espalda. Si el volante del Orlando City puede alinear, quizá Farfán deba regresar a ese lugar que le toca en esta selección 2017 de Gareca. Jefferson hoy es suplente. Quizá el suplente que nos faltaba, quizá la dosis de jerarquía que siempre hace bien en un banco. Ya no es el goleador de hace dos años o más tiempo atrás. Al menos por ahora no lo es. La selección peruana extrañó por año y medio verlo peligroso como otras tantas veces. Esa nostalgia todavía no se ha ido.