México llega al Estadio Azteca en estado de alerta. Para avanzar a las semifinales de la Liga de Naciones de Concacaf, y de paso conseguir su boleto directo a la Copa América de Estados Unidos 2024, el Tricolor necesita golear 3-0 a Honduras o ganar por dos goles para igualar la serie y forzar al alargue. El gran problema para el conjunto de Jaime Lozano es la propia presión que pueda encontrar en el Coloso de Santa Úrsula.
Y es que de 2001 a la fecha, de los ocho partidos que ha disputado la selección en el Coloso de Santa Úrsula, solo ha ganado cuatro y ha empatado otros cuatro (efectividad del 67 por ciento) lo que marca una tendencia a la baja.
Dominio a la baja
En otros tiempos, el que México cerrara una eliminatoria en el Estadio Azteca daba cierta tranquilidad debido al poderío que exhibía el conjunto mexicano, sobre todo ante rivales del área. Sin embargo, con el paso del tiempo, los visitantes aprendieron a dominar el entorno y echaron por tierra esa idea de la imbatibilidad mexicana en el Coloso de Santa Úrsula.
De las victorias por goleada se pasó a los triunfos apretados, y ahora, si bien le va al conjunto tricolor, logra imponerse sin que le saquen el empate. Sí, ya no es como antes y los números lo demuestran con la caída de la efectividad en las últimas dos décadas.
Por ejemplo, del 2000 al 2010, la selección disputó 28 partidos en el Estadio Azteca, sumando 24 victorias y concediendo apenas dos empates y dos derrotas; en ese lapso se dio su primer descalabro oficial al perder contra Costa Rica (2-1) dentro de la eliminatoria mundialista, el 16 de junio de 2001.
Todavía en esa década la selección se impuso con varias goleadas, como un 7-1 a Panamá y un 7-0 a Trinidad de Tobago en el 2000, las que han sido las últimas con esa diferencia de goles que se han dado en el Coloso de Santa Úrsula. Con esos números el Tricolor mantuvo una productividad del 88 por ciento, pero para la siguiente década la efectividad empezó a decaer.
De 2011 a 2020 la selección mexicana tuvo 18 juegos como local en el Azteca, de los cuales ganó 12, empató cinco y perdió uno. Su productividad se redujo al 76 por ciento. Además, a partir del 2015 la presión del público se volcó en contra del representativo mexicano, apareciendo el grito homofóbico en repetidas ocasiones hasta que FIFA tomó cartas en el asunto y empezó a multar a la Selección, con la amenaza de una sanción mayor. Este problema no ha sido resuelto al cien. Eso sí, de las pocas goleadas por tres goles -resultado que esta noche necesita- México lo logró dos veces precisamente ante Honduras. Hoy, sí o sí la casa debe pesar.
FCM