Ricardo Peláez fue la mente maestra de la resurrección del América. A finales de 2011 llegó a la presidencia deportiva de las Águilas para sacar del fango a una institución que vivía días deprimentes. Ricardo trabajó en la parte deportiva, llevó a Miguel Herrera como entrenador para cumplir la exigencia de Emilio Azcárraga, el dueño del equipo quería ver un club protagonista.
“La exigencia fue regresar al club al protagonismo, venía de una muy mala época donde el club estaba en los lugares de abajo, se modifica toda la estructura y se me da la instrucción a mí de que me encargue de las estructuras deportivas. Me decidí por Miguel Herrera, en ese momento no fue una decisión muy agradable para la afición; sin embargo, a mí me gustaba y pensaba que era una buena opción pensando en un futbol vistoso, ofensivo y equilibrado. Funcionó, hicimos algunas contrataciones no renombre, pero sí de jugadores más probados, el equipo empezó a crecer calificamos semifinal, semifinal y campeón el tercer torneo”, recuerda.
Peláez Linares sufrió el partido desde el palco de la directiva, evoca todas las emociones que vivió aquella noche del 26 de mayo de 2013 y dice que “ni el mejor escritor de novelas, películas o dramas o de lo que sea, lo escribiría y no le sale tan bien”.
Su versión de la historia
Ricardo siempre ha sido un hombre de futbol con mucha pasión, lo trae en la sangre, lo fue como jugador y como directivo, y cuando alcanzó su primera final como responsable de un proyecto deportivo fue especial.
“Te voy a contar mi historia porque cada quien tiene la suya, por ahí del minuto 85 había mucha tristeza, había niños en el palco, familiares de los directivos, muchos de ellos llorando, otros enojados y llegan a tocarnos al palco para bajar al protocolo final, tengo que bajar del palco, hago mi recorrido ya sin ver el partido, llego a la zona de túneles hasta la escalera que da acceso a la cancha”, recuerda.
Y agrega con una memoria a detalle: “Ahí viene lo interesante, ya estaríamos por el minuto 87 u 88, cuando voy llegando me topo a los directivos del Cruz Azul poniéndose la camisa de campeones, algo muy habitual, campeones después de tantos años, saludo con seriedad, salimos a la cancha y ya estaban los barandales que protegen los alrededores, el presidente de la Federación en ese entonces, Decio de María y nos manda al tiro de esquina”.
Y desde esa zona del campo recuerda el milagro azulcrema. “Era el minuto 90 y estábamos Yon de Luisa, Pepe Romano y yo, con la cara de tristeza y el sentimiento de otra vez no poder dar el paso, aunque ya en la Final… de repente viene el tiro de esquina, Osvaldo Martínez a cobrar y le gritó ‘haz algo distinto’, mandó un centro un poco más pasado, el Hobbit regresa la pelota y Aquivaldo Mosquera mete el gol. No te puedo decir que fue una gran alegría porque era un gol que es cierto nos acercaba, pero faltaba otro y quedaban pocos minutos… y de repente, minuto ya 93 o 94, otro tiro de esquina y lloviendo, con 10 hombres, en desventaja 2-0, con las tribunas ya con algunos huecos y viene el gol de Moi… empecé a correr como loco y el presidente de la Federación nos dice ‘súbanse al palco’ pero en ese momento yo estaba ya con la idea de que ya somos campeones somos campeones, psicológicamente ya éramos campeones”.
La confianza en Layún
Ricardo Peláez fue el directivo que decidió mantener en el equipo a Miguel, pese a todo el entorno negativo que se vivía con el defensa azulcrema en aquellos años, cuando se le veía como responsable de todo lo malo que rodeaba a la institución.
“Es muy importante recordarlo para mí. Cuando llego al América todo era la culpa de Layún, si llovía, si se ponchaba una llanta, si un jugador no llegaba a entrenar… todo lo negativo del club era culpa de Layún; cuando llego al club una de las intenciones que yo tenía era quitar a Layún, pues si todo es su culpa, pero Layún jugaba y jugaba con todos los entrenadores, con Miguel Herrera decidimos que se quedara y finalmente le toca tirar el cuarto penal y nos da un título que fue una alegría equiparable solamente a cuando metí los goles en el Mundial de Francia 98”.
EORM