Un personaje como Cuauhtémoc Blanco, en el mundo del futbol y prácticamente en la cultura popular mexicana, nunca pasa desapercibido. El ex futbolista fue símbolo del equipo más ganador del país como lo es el América, donde dejó innumerables anécdotas tanto dentro como fuera de la cancha.
El Cuau es un tipo con temperamento, pero muy bromista, desde muy joven, en Coapa, era conocido por las burlas que realizaba a sus compañeros y entrenadores, siendo el neerlandés Leo Beenhakker, su víctima predilecta.
Según cuenta José Enrique Rodón, ex jugador y compañero de Cuauhtémoc en el América, las bromas del gobernador de Morelos no caían bien entre los entrenadores sudamericanos que llegaban al banquillo de las Águilas.
“Se llevaba muy pesado con los entrenadores, les mentaba la madre, les decía groserías, entonces eso no le gustaba a los argentinos, uruguayos ni a todos los tipos de entrenadores que venían”, dijo en entrevista.
Cuauhtémoc Blanco le regalaba desodorantes a Beenhakker
Cuando Leo Beenhakker llegó en 1994 para su primera etapa como técnico del América, conocía poco a nada del humor en este lado del mundo, situación que Cuauhtémoc aprovechó para hacerle bromas que el europeo no entendía y que incluso tomaba con halago, como los desodorantes y lociones que le regalaba debido a “olía mucho a sudor”.
“Hasta que llegó Beenhakker que no conocía las groserías y pensaba que eran un halago. A Beenhakker le ponía desodorantes y lociones, porque los europeos no los utilizaban, Cuauhtémoc se los regalaba porque pues olía mucho a sudor, y Leo pensaba que eran regalos”, dijo Rodón.
Tal era la confianza que Beenhakker fue generando con el Cuau debido a sus bromas, además de su conocido talento, que el ídolo de Tepito comenzó a tener más minutos y confianza dentro del equipo.
“De ahí que se generó buena comunicación y le otorgó más minutos, pero él tuvo que haber debutado dos años antes, tenía mucha calidad y después lo demostró”, compartió Rodón.