En la avenida Chabacano, cerca del metro con ese mismo nombre, existe ahora un supermercado, pero en ese terreno se encontraba un estadio que fue construido totalmente de madera, y que fue donde se recibían los primeros partidos del futbol moderno en el país, y era el Parque Asturias, un inmueble que fue construido en 1936 pero fue incendiado por los aficionados tres años después.
El 1 de marzo de 1936 se inauguró este complejo con capacidad para 25 mil espectadores y no solo contaba con un estadio de futbol, sino con tres campos de fútbol, seis canchas de voleibol, alberca olímpica y fosa de clavados, seis frontones, cuatro canchas de squash, tres canchas de basquetbol, y extensas áreas verdes.
El estadio se construyó para el conjunto Asturias, un equipo que en la décadas de los 30 tenía buena popularidad en la capital mexicana, por lo que los dueños decidieron realizar ese complejo, y vieron que la mejor opción era construir el estadio principal con madera.
En el partido inaugural se celebró un partido entre el Asturias y el Botafogo de Brasil, y que concluyó con victoria asturiana de 4-2. Mientras que el primer juego oficial tuvo lugar hasta el 3 de mayo, llevando como protagonistas al Atlante y al Necaxa en juego que terminó empatado 4-4 en juego correspondiente a la semana 16 de la temporada 1935-36.
Conforme pasaba el tiempo, el estadio se fue afianzando como el mejor lugar para ver el futbol, y también fue la casa del Atlante, además la Selección Nacional jugó un partido contra Estados Unidos.
Toda estaba saliendo bien, sin embargo, el 26 de marzo de 1939 vino la tragedia para el inmueble. Ese día se realizó el partido entre el Asturias y el Necaxa, quien tenía entre sus filas a la leyenda Horacio Casarín, y antes del encuentro ambos equipos entraron a un juego de palabras para calentar el partido.
El Necaxa necesitaba ganar el encuentro para continuar con sus aspiraciones al título, sin embargo, el partido terminó empatado 2-2, y ello provocó la furia de los espectadores del conjunto visitante, y empezaron a arrancar las butacas y a quemar papeles dentro del estadio.
Al árbitro del encuentro, que fue Fernando Marcos, se le dio responsabilidad en esta tragedia tras haber permitido que el encuentro se convirtiera en un partido duro con entradas fuertes, además no sancionó ciertas faltas y hasta penaltis, y lo cual también enardeció a la afición visitante.
El Necaxa ganaba por 2-1, pero en los últimos minutos el árbitro marcó un penal a favor del Asturias, y con ello el equipo local ya empataba el encuentro. En ese momento, comenzó la furia de los aficionados ya que comenzaron a arrancar los anuncios y aventaron varios objetos al portero local.
Después hicieron fogatas con papel y se comenzaron a incendiar las tribunas, por lo que el fuego empezó a consumir el parque. La gente fue desalojada y los bomberos poco pudieron hacer porque las bombas no tenían la suficiente agua para apagar el fuego. Así, en cuestión de minutos medio estadio ya estaba calcinado.
Los dueños decidieron rescatar el estadio y fue el 28 de enero de 1940 cuando fue reabierto para el público, pero solo funcionó unos años más y se cerró definitivamente en 1950. En 1953 fue demolido y se vendieron los terrenos.