LOS ÁNGELES -- Era casi un grito de histeria: “¡Es sólo técnico interino!”. Porque insistía Ricardo Peláez: “Marcelo Michel Leaño es sólo interino”. Lo hizo, al anunciarlo como relevista abrupto de Víctor Manuel Vucetich.
Y seis puntos de 21 posibles después (28.5 de efectividad), Peláez salió este miércoles a escena publica a ungir a Leaño como el técnico definitivo de Chivas para el próximo torneo, le gane o no este fin de semana a Mazatlán, y clasifique o no a la zona menesterosa del Repechaje.
“He tomado la decisión de que Marcelo Michel Leaño sea el director técnico del primer equipo para el próximo torneo”, dijo Peláez a través de un video. Facilón el director deportivo de Chivas, cuando se deja seducir con ese pobre registro de seis puntos de 21 posibles.
Unas horas antes, el mismo Peláez había sido investido con la renovación de su contrato, “por tiempo indefinido”, con el Guadalajara. Y por eso, se engalló: “Tengo la confianza en que vamos a clasificar y también estoy consciente de en caso de que no lo hagamos será un rotundo fracaso, del cual asumo la responsabilidad”.
Sabido es, que en el futbol, asumir la responsabilidad de los fracasos, es una imploración de piedad más que un acto de valentía; es más un cínico “pos ya ni modo, a’i pa’ l’otra”, que un pesaroso y genuino sentimiento de culpa.
Leaño debe estar feliz. Más allá del grotesco y constante ballet a un lado de la cancha, similar al del Conejo Blanco brincón de Alicia en el País de las Maravillas, el equipo ha mostrado muy poca evolución bajo su mando.
¿Algo rescatable en esta gestión de Marcelo Michel Leaño, amparada por ese grito ya legendario de “la jugada de gol no se busca, aparece. No nos desesperemos (SIC)”?
1.- El primer tiempo ante el América, porque en el segundo, Chivas se recluyó hasta su portería soportando el acoso de las Águilas. Ese día, Leaño entendió el mayor lastre heredado por el Ex Rey Midas Vucetich: un pobre fondo físico.
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2.- El segundo tiempo ante Tigres, ante un equipo ya desordenado, como suele ocurrir con los de Miguel Herrera, cuando le mueve de más, como ocurrió el sábado pasado, cuando cambió toda su media cancha.
¿Qué sedujo a Peláez y a Amaury Vergara como para entregarle al equipo más importante para los mexicanos a un entrenador entusiasta, enjundioso, ladino, locuaz, estudioso, ricachón de cuna, y graduado en el decadente “menottismo” como chofer de César Luis Menotti, y doctorado en el extinto “vergarismo”, al ser el jefe de logística (office boy) del desaparecido dueño de Chivas, Jorge Vergara?
Algo debe hacer muy bien Marcelo Michel Leaño fuera de la cancha, porque dentro, con ese registro de eficiencia de 28.5, el mismísimo Jorge Vergara lo habría puesto fuera de Chivas de inmediato.
¿Muestra mejoría el Guadalajara de la mano del hijo descarriado de la familia Leaño, ésa, la fundadora de la UAG y que fracasó con la franquicia de Tecos, hasta poner en riesgo la salud financiera de la que ni es universidad, ni está en Guadalajara ni es autónoma?
En los últimos años, desde la partida de Matías Almeyda, quien dejó a Chivas orillado al precipicio del descenso, el Guadalajara sólo ha tenido dos momentos memorables: los dos juegos ante el América, al que elimina en Cuartos de Final del Apertura 2020. Después se sabría que los jugadores ignoraron las indicaciones del técnico, y se amotinaron en la cancha.
Y después de esas dos milagrosas e irrepetibles actuaciones, solamente pueden rescatarse ese primer tiempo ante el América en la Fecha 10, y el segundo lapso ante Tigres. ¿El resto? Desorden, imprecisiones, abulia, miedo y desconcierto en el equipo. Es decir, más de lo mismo.
Pero, ¿cómo sedujo Leaño a Peláez y a Vergara? Este encantador de serpientes, un Flautista de Hamelín que regala colaciones que suenan musicalmente a ensueño a sus víctimas, llena el perfil de las urgencias de Chivas.
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1.- Sólo necesita un refuerzo, además del regreso del Hijo Pródigo, José Juan Macías, quien en los próximos días abandonará los calamares, el besugo y los caracoles en Getafe, para regresar con la frente marchita a Guadalajara.
2.- En un año, el equipo será autosuficiente con sus fuerzas básicas, y con su propia gente. Ya le dio una probadita a Peláez: ante Tigres, sentó a dos de sus costosísimos refuerzos, Uriel Antuna y el Chicote Calderón, y sólo los utilizó porque no había para más.
3.- No pidió aumento de sueldo. Descendiente de oligarcas, antepone sus ilusiones de “ser el mejor técnico del mundo y hacer campeón a México en un Mundial”, a tratar de agregarle un cero a su mensualidad.
4.- Busca el control absoluto del Guadalajara. Desde su llegada a Chivas en abril de 2012, se involucró en la brevísima etapa de Johan Cruyff con el Rebaño. Quiso mantenerse dentro del área técnica, pero en enero de 2013 comenzaron las desavenencias con Dennis te Kloese, designado presidente deportivo. Tres meses después, Leaño renunció al asignársele, estrictamente, labores de escritorio.
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Antes de su debut ante el América, enmarcado por un “le vamos a tapar la boca a todo México”, Marcelo Michel Leaño buscó apoyo entre sus mentores, entre ellos César Luis Menotti, según lo reconoció él mismo.
Hoy, atenazado a la urgencia de vencer a Mazatlán, porque con un empate, hasta San Luis, Pachuca o Pumas podrían dejarlo fuera, llegó el verdadero reto para Leaño, tras encantar a las serpientes de Verde Valle, y es ni más ni menos, seducir, estrictamente en la cancha, a una afición llorosa, doliente, a la que sólo le duelen dos tragedias: el presente de Chivas, y el bullying que desde hace años los flagela por parte del resto del universo del futbol mexicano.
Dicho estaba del joven, definitivo y flamante técnico de Chivas: toda una Scherezada futbolera.