Al final, quedó aplazada para el viernes la reunión -virtual como son en tiempos de Covid estas cosas- que definirá el futuro del torneo de futbol en México.
No dejo de pensar que hoy es una buena idea dar por terminado el Clausura 2020. Y más que buena debería de decir coherente, responsable.
Apenas este martes México tuvo récord de contagios. Su curva está muy lejos de aplanarse; sus muertos también tienen aún puntos muy altos y no parecen haber condiciones para planear siquiera a mediano plazo.
La decisión del gobierno de marcar con semáforo a las ciudades, descarta a varias sedes de algunos equipos (CDMX, Toluca, Puebla, Tijuana) de poder tener partidos pronto.
Creer que el futbol podría suponer una excepción en esos lugares para romper las reglas y permitir que se juegue, tendría que ser ilusorio además de ridículo.
El deporte profesional no es una necesidad prioritaria. Y el entretenimiento y la salud mental, como muchos han dicho que representa para la sociedad, no puede significar arriesgar a quienes lo practican por el puro capricho de entretener.
Los deportistas profesionales, futbolistas incluidos, son atletas sí pero superhéroes no. Su estado físico, mejor obviamente que el de la mayoría de nosotros, no los hace inmunes al virus. Por ese merecen las mismas garantías que cualquier otro trabajador para realizar su trabajo en sanas y seguras medidas que hoy nadie puede garantizarles.
Se dice que la decisión de cancelar el torneo tendría “intereses ocultos”. Que lo único que estamos viendo es un choque de poderes. Hasta no comprobar lo contrario, prefiero verlo como un acto se sensatez.
Y para quienes parecen vivir en la burbuja del futbol mexicano, convencidos de que sólo los directivos de la Liga MX obran “mal o bajo sospechosos intereses”, sería bueno recordar que Italia, por ejemplo, centró buena parte de sus primeras decisiones en torno a la pandemia y sus efectos para el Calcio en una lucha de poderes abierta entre la Juventus y el Inter. Que en Inglaterra hay hoy un debate abierto sobre la posibilidad de usar estadios neutrales que no van con los intereses particulares de cada club. Que en España ha habido un intercambio constante de golpes entre Liga y Federación porque cada uno defiende lo que le conviene. O que Francia, Bélgica, Holanda y Escocia decidieron ya suspender sus torneos.
Asustarse, o peor aún, pretender asustarse porque una decisión como la que se tomará el viernes está escondida en intereses particulares, es querer hacerse tonto o de plano no entender cómo funciona el mundo.
Suspender hoy la liga de futbol en México es igual a prevenir, más allá de los sospechosismos, Y hacerlo para que -con suerte y si esa maldita curva se aplana pronto- se anuncie en unas cuentas semanas el inicio de un nuevo campeonato que arranque de cero y sirva para desahogar el calendario, tampoco parece una mala opción.
No sé qué se vaya a decidir el viernes, pero el semáforo aún no está en verde.