No era un sábado cualquiera para México. Un puñado de jóvenes, en Wembley, la catedral del futbol, disputaba el mayor logro de una selección tricolor. Se trataba de la generación del cambio, precedida de títulos en el camino, de una camada distinta, por lo menos en lo que respecta a este deporte… 90 minutos más tarde, cuando el grupo se colgaba la medalla de oro y se entonaba el Himno Nacional, José Manuel de la Torre aplaudía desde su butaca en el estadio inglés.
Casi cinco años han transcurrido desde aquel momento y la vida futbolística de la mayoría de los implicados no los ha llevado donde los análisis optimistas auguraban, comenzando por el propio Chepo, entonces el entrenador de la selección mayor, que acudió a Londres 2012 para ser parte, a la distancia, de una meta que tuvo en Luis Fernando Tena a su artífice intelectual. José Manuel dejaría a México al borde de la eliminación de la Copa del Mundo de Brasil, casi al mismo tiempo que El Flaco, su auxiliar.
De igual forma, la mayoría de los 18 seleccionados que atesoran la presea aurea, han tenido que librar batallas en la cancha y fuera de ella, no siempre con los mejores resultados. Para muestra, un par de ejemplos: Darvin Chávez, lateral izquierdo inamovible en los Juegos Olímpicos, hoy no tiene equipo, luego de pasar por Atlas, Monterrey y Veracruz; de igual forma, Néstor Vidrio, central que disputó la mayoría de los minutos en la justa, ahora lo hace con los Cimarrones de Sonora, dentro del Ascenso Mx.
Sin embargo, no todo está perdido. En el presente, Santos Laguna, precisamente, con José Manuel de la Torre en el timón del equipo, ha apostado por recobrar la esencia de aquella histórica selección, brindando espacio a ciertos jugadores que vinieron a la baja luego del éxito en Londres. El Chepo, mejor que ninguno, es consciente de lo que representa una revancha y sin chistar, pero con disciplina de por medio, ha cedido cupos en Los Guerreros.
El caso más reciente es el de Javier Cortés, que en la justa olímpica sirvió para revolucionar las pulsaciones en partidos complicados, como lo logró en las semifinales, frente a Japón, al marcar incluso el tercer gol a favor de México (3-1). Después de varios años en Pumas y de un estancamiento en su nivel, para este verano las directivas de ambos clubes se pusieron de acuerdo, con el aval del Chepo y el ahora reconvertido contención se transformó en nuevo jugador de los de Torreón, donde espera por regresar a los primeros planos vestido de verdiblanco.
Antes, José Manuel de la Torre a inicios de este año fichó a Jorge Enríquez, el apodado Chatón, que en Londres brilló intensamente como titular, disputando los seis encuentros, desde fase de grupos hasta la Final; las indisciplinas extra cancha alejaron a este escudo defensivo del futbolista lo que podría haber sido, pero Chepo, que le conoce a la perfección, le abrió las puertas de Santos. Tan solo en el Clausura 2017 ya disputó 8 partidos, dos como titular y acumulando 200 minutos.
De manera coincidente, en el plantel guerrero, cuando José Manuel tomó las riendas, ya se encontraba Néstor Araujo, también medallista olímpico en el 2012. En Londres no tuvo participación y contrario a lo que se podría haber pensado de sus condiciones, está convertido en uno de los mejores centrales del futbol nacional, además de que es un indiscutible en los onces de Juan Carlos Osorio, vigente estratega de la selección nacional. Chepo ha ratificado su titularidad con Santos Laguna.
Y pese a no llegar como tal a la justa olímpica, pero que sí formaron parte de aquel proceso, Diego de Buen y Ulises Dávila también integran las filas de Santos. Ambos futbolistas fueron piezas fundamentales en los torneos previos a Londres, en los que se sumaron conquistas y se amalgamó el éxito futuro. Los dos formaron parte del campeonato Sub 20 de la Concacaf, en 2011, así como del tercer lugar que se consiguió meses más tarde en el Mundial de la especialidad, del cuarto puesto en el Esperanzas de Toulon y acudieron a la Copa América, del mismo año.
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