Es la profecía autocumplida. El mismo día en que Edgardo Bauza, entrenador del seleccionado argentina, declara que su equipo "tiene que aprender a jugar con Lionel Messi y sin él", el crack de Barcelona sufre una rotura en el muslo derecho. El rosarino se lesionó durante el partido ante Atlético de Madrid (1-1), por la liga española. El parte médico del club catalán habla de "tres semanas de recuperación", por lo que se perderá los encuentros ante Sporting Gijón y Celta de Vigo, por el torneo doméstico, y Borussia Moenchengladbach, de Alemania, por la Liga de Campeones. Además, Bauza no podrá convocarlo para los compromisos por eliminatorias ante Perú (el 6 de octubre, en Lima) y Paraguay (el 11 del mes próximo, en Córdoba).
"Perder a Leo Messi es perder el fútbol, perdemos todos", admitió Luis Enrique, entrenador de Barcelona, luego del partido. Y prometió: "Con Leo somos más fuertes, pero seguiremos siendo fortísimos". De paso, criticó la seguidilla de partidos que enfrenta su equipo: "No estudié medicina. Las molestias no remiten, habría que descansar pero este calendario no lo permite". El uruguayo Luis Suárez contó: "Messi tiene una sensación de tristeza. Ya sabe que tendrá tres semanas de recuperación: el año pasado vivió algo así y lo revirtió".
Por más que la lesión de su capitán y nave insignia sea un incordio, a Barcelona le libera un problema: lidiar con los viajes de Messi para jugar con Argentina. El último, por caso, había sido traumático. La Pulga regresó a España con un problema en su aductor izquierdo, del que debió tratarse con fisioterapia. Luego de ser decisivo ante Uruguay (anotó el único gol), se perdió el encuentro frente a Venezuela. Las estadísticas marcan que el equipo ahora dirigido por Bauza y antes por Martino no sabe jugar sin el mejor futbolista del mundo: consiguió la victoria en los tres partidos que jugó con su capitán (Chile, Uruguay y Bolivia). La eficacia, en cambio, decae a menos de la mitad cuando el talismán rosarino no se pone los pantalones cortos: Argentina cosechó apenas el 40% de los puntos en juego (derrota contra Ecuador, empates contra Brasil, Paraguay y Venezuela, y triunfo contra Colombia).
La Argentina ganó los tres partidos que jugó con Messi (Uruguay, Bolivia y Chile), pero apenas se impuso uno de los cinco en los que no jugó (Colombia).
Si se toma el último año calendario (septiembre 2015-septiembre 2016), Messi se perdió los primeros cuatro encuentros por las Eliminatorias (Ecuador-Paraguay-Brasil-Colombia). Ya en 2016, La Pulga se lesionó en el amistoso contra Honduras, previo a la Copa América Centenario, disputada en Estados Unidos. Esa dolencia lo mantuvo fuera de la cancha en el debut copero frente a Chile. Y recibió cuidados especiales para jugar algunos minutos contra Panamá y Bolivia. Luego sobrevino la lesión contra Uruguay, que lo dejó afuera del viaje a Venezuela. Esta nueva lesión lo margina de otros dos partidos con el combinado albiceleste: en total, el rosarino se habrá perdido ocho partidos enteros y buena parte de otros dos. Algo inédito en la historia reciente del seleccionado argentino, para el que Messi era irrompible.
Las tres semanas de baja anunciadas por Barcelona se cumplen el 12 de octubre, justo un día después de que la Argentina enfrente a Paraguay en Córdoba. El historial de cortocircuitos recientes entre la AFA y los médicos de Barcelona, sumado a que en Cataluña no querrán que el crack se resienta por apurar su regreso a las canchas, imposibilitan que el nombre de Messi aparezca en la próxima convocatoria de Bauza. La proximidad del partido con Manchester City (se jugará el 19/10) empeora aún más el panorama. El nuevo DT del equipo inglés es Pep Guardiola. Y está invicto en nueve partidos. En Barcelona querrán enfrentarlo con todo el equipo disponible. Y Messi es una pieza fundamental. Por la fuerza, el entrenador deberá encontrar un guión para que su equipo extrañe lo menos posible a su futbolista más decisivo.
No habrá un nombre específico para hacer de Messi en Perú y en Córdoba: Messi es irreemplazable. La disyuntiva pasará por armar un equipo sin él. Queda un aliciente: Bauza estará obligado a hacerlo por la situación (una dolencia física) y no por una decisión personal de Messi, como había anunciado el rosarino tras la fatídica definición por penales de la Copa América Centenario ante Chile. Esta vez, Messi no viene porque el cuerpo no se lo permite. Bauza tendrá que acelerar los planes y encontrar, en tiempo récord, un equipo que juegue bien. Un equipo que no lo extrañe demasiado.