Siete años y once meses después, 17 partidos más tarde, el PSV Eindhoven reencontró la victoria en la Liga de Campeones, con un triunfo frente al Lens que era indispensable para sobrevivir todavía con opciones en el grupo B, pero que, además, lo situó segundo, dirigido por su goleador y líder decisivo: Luuk de Jong.
La forma con la que se elevó el atacante ante Danso, que lo dio medio metro inconcebible con la capacidad aérea del delantero a un centro del notable Bakayoko, y sobre todo su cabezazo, el giro, el testarazo bombeado, fuera del alcance del portero Samba, marcaron la diferencia con celeridad, en el minuto 12, cuando el conjunto francés se veía mejor que su oponente. Fue el decimosexto gol de esta temporada de Luuk de Jong.
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Desde el 8 de diciembre de 2015, con un 2-1 al CSKA Moscú en el mismo escenario de este miércoles, no había vencido ni un solo encuentro el equipo neerlandés, el dueño de la mejor racha de triunfos actual en las cinco grandes ligas europeas, pero con la Champions como un muro insuperable. Una frustración constante que alivió este miércoles. Necesita más.
No basta con sólo eso, con conformarse con haber ganado al Lens, porque, a falta de dos jornadas, todo está por hacer aún para el grupo de Peter Bosz, igual que para el Lens. Los dos están empatados en la clasificación con cinco puntos, con el bloque neerlandés por delante por la diferencia particular en sus enfrentamientos (el 1-1 de hace dos semanas y el 1-0 de este miércoles), a cuatro del liderato del Arsenal y con tres sobre el Sevilla, último.
Aun así, es un panorama prometedor para el PSV, tal y como aventuraba el grupo hace dos semanas, cuando tan solo contaba con dos unidades en tres jornadas. No había ganado a nadie. El pulso se presupone con el propio Lens, derrotado después de nueve encuentros consecutivo invicto entre todas las competiciones, y con el Sevilla, al que visita en 21 días.
Fue más pujante el PSV que el Lens después del gol de Luuk de Jong, con dos tiros de Dest e Hirving Lozano, atrapados por Samba. También demostró más firmeza defensiva, siempre entre la amenaza que surge en cada carrera de Wahi, bien vigilado, casi siempre controlado por Ramalho, contundente en el choque, en cada fricción con el atacante. Aun así, Machado tuvo el 1-1 en el trayecto final del primer tiempo. Su remate se fue altísimo.
La tensión era patente. Mucho en juego. Ramalho cayó (aparentemete fingió) al suelo en un lance con Wahi. Sotoca lo intentó levantar de mala forma. Bronca. Fue una de las últimas jugadas del primer acto, del que el Lens se fue con tan solo un tiro entre los tres palos, con un gol en contra y con la sensación de que, sin demasiados alardes, había sido superado.
No cambió la segunda parte, en poder del PSV, entre las tarjetas amarillas al Lens (había visto seis hasta el minuto 53, entre ellos cuatro de sus cinco defensas), desaparecido ya del terreno contrario, más aún de la portería de Walter Benítez, hasta el borde de la hora del choque, cuando un rebaslón impidió un remate solitario, con pinta de gol, a Machado.
El patinazo lo dejó por los suelos, con el balón ya inalcanzable para el lateral, pero demostró que aún estaba vivo el Lens. Abdul Samed, instantes después, probó de nuevo. Su tiro lo despejó con la cabeza Boscagli. Después, otro cabezazo de Danso. Flojo. A las manos del portero local. El partido había cambiado de dirección. Sólo el marcador decía lo contrario. El lanzamiento de Fulgini provocó otra estirada de Walter Benítez, que despejó a córner.
Aplacado el afán francés con el paso de los minutos, el partido volvió al ritmo del PSV, cerca del 2-0 con una acción individual de Hirving Lozano, que no vio (o no quiso ver) a Bakayoko; asustado de repente con el remate al palo de Guilavogui (expulsado después) en la mejor ocasión del duelo para el Lens y después con un cabezazo salvado por Tillman; consciente del valor incalculable de su triunfo y renacido en la Liga de Campeones, en el triple pulso por la segunda plaza, también con el Sevilla, al que visitará en la próxima cita. Será decisiva.
MGC