En Leicester, el sorprendente campeón inglés, están hasta en los detalles mínimos. Todo es controlado, incluyendo la densidad de la cancha para ver si es muy dura o suave y adaptando la duración de las sesiones de entrenamiento de acuerdo a ello.
El mejor ejemplo de lo que ha sido el sistema de preparación del equipo es el delantero Jamie Vardy, que registró la mayor velocidad en la Premier League esta temporada con 34,44 km/h. Se comprobó, además, que él puede correr hasta 500 metros en sprints por juego. Para ello, los jugadores primero deben desarrollar fuerza en la parte posterior del muslo, que logran a través de una máquina de ejercicios especialmente diseñada para levantar entre 350 y 500 kilos. Además, tienen un equipo llamado NordBord, que les permite medir la fuerza de los músculos isquiotibiales, incluso algunas veces realizando los ejercicios en el vestuario, después de los partidos.
Hacia el fin de la semana -consigna la nota publicada por BBC- los jugadores también hacen prácticas repetitivas de sprints para exponerlos a velocidades máximas. El entrenador de fuerza y acondicionamiento Matt Reeves explicó a principios de la temporada: "Datos de GPS revelaron que, aunque jugamos en espacios más grandes para permitir a los jugadores alcanzar mayores velocidades, tiene que ver más con las circunstancias. Un zaguero central podría acelerar persiguiendo un balón pero, sin eso, no estaría suficientemente expuesto".
Entonces, generalmente los jueves, cuando los jugadores pueden estar cansados luego de entrenar, se les coloca en fila para hacer un sprint de 40 metros. Podrá sonar como una receta para lesiones pero es exactamente lo opuesto. Sin esa exposición, los jugadores están en riesgo durante los partidos y las pocas lesiones de tejido blando que ha tenido Leicester sugieren que el método funciona.
El gol de Vardy a Chelsea
Al mismo tiempo, el movimiento de cada jugador es monitoreado a través de un chaleco especial con GPS, que registra cuánto ha corrido, el nivel de intensidad, la aceleración, la desaceleración y los cambios de dirección. Jugadores con velocidad explosiva como Vardy han entrenado muy intensamente y deben ser retirados de ciertas sesiones. Claudio Ranieri, el DT, siempre ha estado dispuesto a escuchar a los expertos que lo rodean.
"Algunos técnicos obtienen buenos resultados sin recurrir a este tipo de control. Pero no está de más contar con buenos datos para ayudar a dirigir a los jugadores, particularmente si juegan un juego de alta presión", reconoció el ex preparador físico del Liverpool Darren Burgess.
Además de las referencias precisas del GPS, los jugadores del Leicester también llenan un cuestionario diario en un iPad. Se les pregunta cómo se sienten físicamente después del entrenamiento del día anterior, de manera que si varios tienen una queja similar de un ligero resentimiento muscular en los cuádriceps, por ejemplo, el equipo puede hacer ajustes para el próximo entrenamiento y evitar el problema. El cuestionario también quiere saber cómo durmió el jugador y si tuvieron alguna perturbación, para poder cambiar lo que comen y beben, y asegurar que tengan el mejor descanso posible.
"Uno se puede dejar llevar por toda esa información objetiva pero algunas veces lo mejor es preguntarle al jugador cómo se siente. Abordamos esto de una manera muy holística y tratamos de hacerlo más personal a través de un entendimiento clave de cada individuo", dijo Reeves.
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