Jorge Sampaoli dio un fuerte golpe de autoridad táctica durante el entretiempo en la victoria por 2-1 ante Perú, que le permitió a Chile acceder a la final de la Copa América. El entrenador dispuso la sustitución de Marcelo Díaz y Miiko Albornoz por David Pizarro y Eugenio Mena, respectivamente.
Aunque los reemplazados habían cumplido una baja actuación, los cambios de todas maneras llamaron la atención. La Roja ganaba por 1-0, tras un comienzo en que Perú fue superior, y con un hombre más por la expulsión de Carlos Zambrano (19’), el panorama en la semifinal se vislumbraba auspicioso.
Sin embargo, Sampaoli optó por reconfigurar el equipo, a partir de enmiendas en la formación inicial, descartando a Díaz y Albornoz.
En este escenario, Pizarro fue sin duda el que ganó más terreno para poner en tela de juicio la titularidad a todo evento del ex volante de la U. El mediocampista de la Fiorentina cumplió a cabalidad el rol que Sampaoli le asigna al “6” en sus elencos.
Primero: bien posicionado en el centro de la cancha, iniciar la elaboración ofensiva alternando entre el juego corto y largo. Segundo: con desplazamiento acotados en pos de la conservación del puesto, evitar que el equipo se descompense atacando de manera desembozada o, caso contrario, se repliegue en exceso al ser sometido por el rival.
Luego del triunfo ante los peruanos, el experimentado volante se perfila como una opción cierta para quedarse con el puesto en aquel sector del mediocampo. Al respecto, cabe consignar eso sí un detalle no menor al comparar su rendimiento con el de Díaz.
A Pizarro le ha tocado actuar solamente en el segundo tiempo de los duelos en los cuales ha ingresado. Este es un factor que no debe ser despreciado. En el complemento, las reservas de glucógeno intramuscular (el combustible celular que facilita el desplazamiento de los futbolistas) han disminuido y se dirigen hacia una caída irreversible, lo que provoca una disminución de las acciones de máxima intensidad.
Así, quien ingresa en esta fracción del juego posee más tiempo y espacio para maniobrar, cosa que no ocurre en el inicio. En este instante, los depósitos energéticos intactos de los futbolistas provocan un mayor número de acciones de alto ritmo, lo que plantea una gran dificultad para los que se desenvuelven sobre todo en la mitad de la cancha.
Asimismo, en el segundo tiempo, factores psicológicos como la atención y la concentración también decaen e inciden en el surgimiento de la fatiga táctica. El tráfago del juego incide en el proceso de toma de decisiones, deteriorándolo cualitativa y cuantitativamente. De este modo, lo que minutos antes planteaba un cierto nivel de dificultad por la claridad mental del oponente, ahora pasa a ser menos complejo, pues las soluciones a los problemas futbolísticos se desjerarquizan.
Pizarro se ha beneficiado de estos elementos contextuales en desmedro futbolístico de Díaz. Entonces, la duda surge naturalmente: ¿será capaz Pizarro de reeditar sus actuaciones jugando desde el primer minuto en la Roja?
En Italia, al igual que Matías Fernández, quien cumplió su mejor año desde que arribó a Europa, el ex volante de Wanderers por lustros ha demostrado que sí está facultado. Ahora, únicamente faltaría que Sampaoli se convenciera de alinearlo desde el comienzo. Sería en la final, lo que acrecienta la complejidad de la decisión.