Se convirtió en uno de los combinados nacionales más queridos de la historia, sin embargo todo el talento que tenía la Verdeamarela de 1982 no logró el máximo objetivo, convertirse en campeona del mundo. Eran los tiempos en que los brasileños estaban liderados por el capitán Sócrates, que con su impresionante habilidad técnica, talento e inteligencia y junto a Eder, Zico y Serginho logró enamorar a toda una generación.
Su debut fue ante la URSS ante un público que no sabía que esperar de la ahora pentacampeona mundial, pues el acceso a imágenes y videos para analizar el potencial de jugadores no se acercaba a la tecnología actual. Al final el vistoso y fluido estilo los llevó a una victoria 2-1 y para sus siguientes duelos golearon para acceder a la siguiente fase como los grandes favoritos.
Incluso aquellos derrotados, quedaban perplejos ante la belleza de juego de aquella Brasil, que sobre todas las cosas, había recuperado la magia de la época de Pelé, dejando a un lado la rudeza a la que tuvieron que acudir en la década de los setenta debido a los golpes recibidos en Europa durante su época dorada. Ahora Sócrates, apodado ‘Doctor’ ya que se había graduado en medicina en la Universidad de Sao Paulo, dejaba una pintura de arte en el mediocampo y con una elegancia y naturalidad por la cual giraba el resto del equipo.
Eso sí, fumaba y tomaba, pero los malos hábitos no parecían repercutir en la cancha cuando el propio doctor ignoraba lo estudiado. Como en cada edición mundialista, la sorpresa llegó. Algunos dicen que si dicha Brasil se hubiera enfrentado a dicha Italia 10 veces, hubiera ganado siete, empatado dos y perdido un duelo, pero aquel verano justamente les tocó perder el duelo ante un calcio que tuvo bien merecido ganar. Al final, otras generaciones de brasileños han logrado la gloria como la del 94 y 2002, sin embargo ninguna enamoró como la Verdeamarela de cuatro décadas atrás.
MGC