Hasta 1998, Sudamérica tenía dos fechas del calendario de la Fórmula Uno: Argentina y Brasil. Lamentablemente desacuerdos entre los organizadores argentinos y la FIA, eliminaron la carrera que estaba programada en el autódromo Oscar Alfredo Gálvez. La decisión fue tan inesperada que la ausencia provocó un hueco de cinco semanas entre fecha y fecha. Un dolor inmenso para la afición albiceleste que había recuperado la prueba tras catorce años de ausencia (1982-1994) y que veía como nuevamente se les esfumaba. Desde ese adiós, pese a los coqueteos con la FIA, la fecha no ha vuelto a Argentina. Así Sudamérica dejó de tener dos fechas y hoy solamente tiene una: Brasil.
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Este domingo se disputa la fecha más esperada para la afición automovilística de esta parte del planeta: la tradicional carrera de Interlagos. Así, el autódromo Jose Carlos Pace, por trigésima segunda oportunidad consecutiva el río asfáltico de Sao Paulo sentirá el vibrar de los monoplazas sobre su mítica grilla de largada. La brea de Ayrton Senna, donde se impuso en 1991 y 1992 al mando de un McLaren, será nuevamente testigo del tramo de definición de un campeonato. Si bien el campeonato de pilotos y escuderías está resuelto, el calendario se ha ingeniado para regalarnos algo de emoción ante la idea que Mercedes puede terminar por delante de Ferrari en el torneo de marcas y que Checo Pérez le gané el subcampeonato a Leclerc.
Ante la ausencia de pilotos locales en la carrera, Hamilton corre de local. El piloto británico pese a ser odiado al inicio por la afición paulista, como consecuencia de haberle ganado la definición de la temporada a Massa en 1991 sobre esa misma pista, hoy es sin lugar a dudas el más querido. Esta tarde, todos festejaron su adelantamiento sobre Max Verstappen en la carrera sprint.
El quiebre en esta relación se dio el año pasado cuando Lewis llegaba a Interlagos con 19 puntos de desventaja frente a Max y con una penalización de cinco puestos por cambiar el motor de su monoplaza. El domingo de carrera, el británico partiría décimo usando un casco especial que homenajeaba a su ídolo Senna y tendría una de las más grandes jornadas que el autódromo recuerde logrando ganar la carrera. Para consolidar el amor con la tribuna, Lewis con una bandera de Brasil a sus espaldas imitó la icónica celebración de Ayrton. Por eso hoy no está de más jugarse por Hamilton. El británico viene bien, corre de “local” y Mercedes levantando el nivel. Sólido trípode para hacer de hoy un domingo diferente.
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